LAS CASAS DE MONEDA ESPAÑOLAS EN AMÉRICA DEL SUR
I.- Las Casas de Moneda Peruanas en el siglo XVI
El establecimiento de la ceca de La Plata
En 1572 a su paso por la ciudad de La Plata el virrey Toledo luego de haberse reunido con los cabildantes, oidores y otras personas importantes del lugar, quedo convencido de las bondades que traería al reino el traslado de la ceca limeña a ese paraje, y determinó que la fábrica fuese llevada a La Plata.
La reacción de Lima, como ya se ha indicado, fue violenta. La Audiencia protestó contra lo que consideraba un derecho por cuanto se había establecido la ceca por orden del rey y sólo por orden suya podía ser desmontada. Aducían además que la fábrica había demandado grandes gastos a la Corona. Una carta de la Audiencia al soberano indicaba como punto sólido del reclamo que:
"En esta ciudad mandó V.M. hacer una casa de moneda, la cual se hizo y asentó, y se nombraron oficiales della y V.M. para su despacho y asiento envió las ordenanzas (y) planos que eran necesarios, habiendo costado más de treintamil ducados; y estando confirmada por V.M., sin haber mostrado nuevo mandamiento para deshacerla y hacer otra en Las Charcas, (Toledo) envió a mandar que se deshiciese esta, y se le enviasen todos los cuños y herramientas. La ciudad y el fiscal ocurrieron a la Audiencia y lo contradixeron; enviáronsele la mitad de las herramientas que había, que eran hartas para poder labrar moneda, y por no convenir y ser muy en perjuicio de la hacienda de V.M. y del comercio de la tierra, se suspendió hasta consultar a V.M. para que proveyese lo que más fuera servido. La otra costará al respecto desta más de sesenta mill pesos, y con los derechos de los oficiales no se podrán sustentar, ni habrá allá quien labre moneda por la carestía de la tierra y valer las cosas el doble que en esta...". [1]
Si las autoridades limeñas se sintieron agredidas por la decisión del virrey de trasladar la ceca, El entusiasmo de las altopueruanas no se hizo esperar. Comenta Medina sin indicar la fuente que el 8 de setiembre el Doctor Barros le escribió al rey informándole que:
"El Virrey se ha resumido en fundar casa de moneda en esta ciudad de La Plata y tiénese por negocio acertado aunque otros quisieran en Potosí por estar más a la mano y no tener que venir diez y ocho leguas de esta ciudad sino que la falta de leña y otros aparejos que allí hay lo estorban." [2]
Explica además Medina que el doctor Barros en la mencionada carta al monarca, le comunica que había sido encargado por el virrey para adquirir el inmueble donde funcionaría la fábrica tan pronto llegasen las herramientas, equipos y operarios e indica que el inmueble debía ser pagado por los herederos de Tomás Vásquez, entendiendo Medina en esto que el virrey había firmado un asiento y unas capitulaciones con los herederos de Vásquez y que por lo tanto eran estos los contratistas de la casa de moneda por instalarse. Lo dicho por Medina se confirma en la carta que el 24 de setiembre de 1573 de Toledo escribió al rey informándole que ya había llegado parte del material requerido para la nueva ceca y que había llegado a unos arreglos muy ventajosos para la Real Hacienda con los "hijos y herederos de Vásquez" por los cuales no sería necesario efectuar ningún gasto en la adquisición del edificio. Llegado a La Plata el herramental llevado de Lima, fue claro, sin embargo, que este no era suficiente para operar y fue necesario conseguir el material adecuado para la ceca que faltaba, pidiéndolo a algunos vecinos en calidad de préstamo.
Se sabe muy poco sobre el personal que trabajó en la ceca de La Plata durante el corto tiempo de su funcionamiento, pero no cabe ninguna duda que Alonso Rincón, el antiguo y primer ensayador de la casa de moneda de Lima, fue quien se ocupó de los ensayes en la flamante ceca.
La presencia de Alonso Rincón al inicio de las operaciones de la fábrica monetaria de La Plata se conoce por algunos documentos posteriores a los que nos referiremos más adelante, y a unas cartas intercambiadas entre Felipe II y Toledo. El rey en carta del 3 de marzo de 1573 hace mención al hecho de que Rincón fue retirado del cargo de la ceca cuando por orden de Toledo se enjuició al personal de ella poco después de su arribo a Lima. Comenta además el soberano haber recibido una carta de Rincón en la que pide se le restituya en el cargo.
"Por carta de Alonso Rincón nos ha sido hecha relación que al tiempo que por nuestro mandato hizo fundar en esas provincias casa de moneda el licenciado Castro de nuestro Consejo de las Indias y nuestro gobernador que fue de esa tierra, por ser persona prattica y de espiriencia en este ministerio, le mando supiese y entendiese lo que era necesario para la fundación de la dicha casa y asentase e instruyese a los officiales y que en gratificación dello el dicho licenciado le dio el officio de ensayador de la dicha casa y el de ensayador y fundidor de la ciudad de Zamora, y estando en quieta y pacíffica poseción de los dichos officios se los quitaller vos y assi estaba desposeydo dello... Suplicándonos atento a ello y las justas que había habido para que se hiciese merced de los dichos officios , se los mandásemos bolver en lo que huviesen rentado desde que se le quitaron, o como la mi merced fuese e visto por los de nuestro Consejo de Indias porque yo quiero ser informado de lo que esto passa y que officios y de que qualidad son los susodichos y si los tenía y servía el dicho Alonso Rincón y de que manera y de que causa huvo para que vos se los quitasedes, vos mandamos que luego esta os sea mostrada nos embieys relación particular dello dirigida al dicho nuestro Consejo para que en él visto, se provea lo que convenga." [3]
La consulta hecha por el ensayador al Soberano y por éste al virrey parece haber tenido un rápido y positivo resultado para Alonso Rincón. El tiempo transcurrido entre la misiva de Felipe II y la apertura de la ceca alto peruana a fines del mismo año parecería indicar, sin embargo, que para el tiempo en que se recibió la misiva, ya se había descartado la culpabilidad del ensayador, quien por difícil de encontrar la persona adecuada para establecer la fábrica en Lima antes de contar con su concurso, como menciona el rey, podemos suponer que era la única preparada y de experiencia para establecer ahora la ceca en las Charcas, y que por lo tanto se encontraba ya en La Plata o camino a ella.
El numismático argentino estudioso de las primeras acuñaciones sudamericanas, licenciado Arnaldo Cunietti-Ferrando dice que: si Alonso Rincón estaba en La Plata entre los años 1573 y 1574 y fue testigo de que allí se labró alguna moneda, solo pudo haber sido en su calidad de ensayador. [4]
El acuñador encargado de la efímera fabricación monetaria de La Plata fue Miguel García, quien había servido el mismo puesto en la ceca de Lima desde el 8 de marzo de 1569, [5] y que informó que:
"....abrá veinte meses o dos años poco más o menos que estando este testigo en las minas de Guancavelica, por mandado de su excelencia fue llamado a la ciudad de La Plata, en la qual su excelencia le mandó que labrase dos mil marcos de plata lo qual hizo..." [6]
A fines de 1573, el 20 de diciembre para ser exactos, el virrey Toledo finalmente pudo enviar desde La Plata una muestra de las monedas acuñadas en la fábrica recién establecida en esa ciudad. Rincón, en una declaración hecha en Potosí en 1575, confirma la fabricación de moneda en La Plata mientras estaba en ella el virrey. Medina, al referirse a esta acuñación y la intención de Toledo comenta:
"Lisonjeábase el virrey con que una vez acabados de labrar allí dos o tres mil marcos de plata, habría el suficiente numerario para las contrataciones y sería posible así vedar el uso de la moneda corriente en ese distrito, y que labrados otros tantos, ocurriría lo mismo para el de Potosí y así sucesivamente en las demás ciudades del virreinato; pero bien pronto el mismo comenzó a abrigar dudas sobre la conveniencia de que la amonedación se continuase haciendo en la casa de La Plata." [7]
En su afán por llevar adelante su plan, había Toledo mandado acuñar 2000 marcos de propiedad de la Real Hacienda al tiempo que pedía al Cabildo de la ciudad que se asegurase de la pronta entrega de plata para ser amonedada. La respuesta de los dueños de las pastas fue negativa. Es posible que para cuando Toledo envió las muestras el 20 de diciembre de 1573 ya estuviese convencido que el emplazamiento escogido para la ceca no era el adecuado, y algo debió decir que llegó a las autoridades platences puesto que cinco días después, el 25 de diciembre, en desesperada carta los funcionarios pidieron al rey que se evitase el traslado de la fábrica a Potosí como tenía pensado hacer el virrey.
Ha preocupado mucho a los numismáticos encontrar las claves para definir con certeza cuales fueron las monedas acuñadas en Potosí. Desafortunadamente para ellos lo único que se puede decir a ciencia cierta es que llevaron la inicial "R" de Rincón y por lo tanto son idénticas a las primeras acuñadas en Potosí; además tenemos la certeza que solo se acuñaron en valores hasta 4 Reales ya que la autorización para fabricar las piezas de ocho reales sólo se dio el 31 de marzo de 1575 cuando ya operaba la ceca de Potosí. Cunietti-Ferrando bien decía en 1985 que:
"La ceca de la plata es de mera existencia anecdótica y por haber sido sus escasas monedas del mismo tipo de las acuñadas después en Potosí, debe descartarse todo intento serio para identificarlas." [8]
[1].- Ibid. p.208. Da como ubicación del documento: A.G.I. 70-3-23. [2].- Medina, J.T. Ob. cit. 1919. p.207. [3].- A.G.I. Lima 578. Real Cédula al virrey. 3 de marzo de 1573. [4].- Cunietti-Ferrando, Arnaldo. Los primeros ensayadores de la ceca de Potosí. Cuadernos de Numismática y Ciencias Históricas. Tomo I N° 5. Buenos Aires, diciembre 1972. p.10. [5].- A.G.I. Contaduría 1683. Ramo 5. Para ver una lista amplia de los primeros empleados de la ceca de Lima ver: Eduardo Dargent Chamot; Oficiales y Operarios de la ceca de Lima. Gaceta Numismática N° 96. Barcelona, marzo 1990. p.19. [6].- A.G.I. Patronato Leg. 190 f.16. [7].- Medina, J.T. ob cit. 1919. p.209. [8].- Cunietti-Ferrando, Arnaldo. Cuadernos de Numismática y Ciencias Históricas. Tomo XII N° 46. Buenos Aires, Junio 1985.
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