ORO Y PLATA EN EL PERÚ DE LA CONQUISTA

 


Dibujo de Felipe Huamán Poma de Ayala en que se ven las monedas de la época (s. XVII)

 

6.- La subida de los precios.

 

         Tan pronto la hueste se vio dueña de esa enorme suma de dinero, se inició, como era de esperar, una disparada de los precios de los productos, en especial de los pocos de origen europeo que se podían conseguir. La crónica de Jerez es muy esclarecedora en este punto por los detalles que da y por el hecho de que una vez terminada la campaña regresó el cronista a España haciendo su arribo a la península en junio de 1534 con su parte del botín, lo cual da una visión fresca y no turbada por acontecimientos posteriores.  Dice el sevillano:

 

                   "No dejaré de decir los precios que en esta tierra se han dado por los mantenimientos y otras mercadurías, aunque algunos no lo creerán por ser tan subidos; y puédolo decir con verdad, pues lo vi, y compré algunas cosas. Un caballo se vendió por mil y quinientos, y otros tres mil y trescientos. El precio común dellos era dos mil y quinientos, y no se hallaban a este precio. Una botija de vino de tres azumbres, sesenta pesos, y yo di por dos azumbres cuarenta pesos; un par de borceguíes, treinta o cuar­enta pes­os, unas cal­zas otro tan­to; una capa, cien pesos, y ciento y veinte; una espada, cuarenta o cincuenta, una cabeza de ajos, medio peso; a este respecto eran las otras cosas (es tanto un peso de oro como un castellano). Una mano de papel diez pesos. Yo di por poco más de media onza de azafrán dañado doce pesos. Muchas cosas había que decir de los crecidos precios a que se han vendido todas las cosas, y de lo poco en que era tenido el oro y la plata.  La cosa llegó a que si uno debía a otro algo le daba de un pedazo de oro a bulto sin lo pesar, y aunque le diese al doble de lo que le debía no se le daba nada, y de casa en casa andan los que debían con un indio cargado de oro buscando a los acreedores para pagar lo que debían." [1] 

          

         Sirve como ejemplo para visualizar lo inflado que estaban los precios el acuerdo al que llegó Pizarro con Pedro de Alvarado sobre la armada que había traído el segundo.  Almagro pactó con Alvarado en la costa pagar 100,000 pesos por hombres y caballos con la intención de hacerse de un contingente tan necesario, pero también para deshacerse del intruso de la mejor manera posible. Una vez en la sierra Pizarro no tuvo ninguna duda en cumplir lo ofrecido y entregar a Alvarado lo pactado aún cuando se le aconsejó que la suma era muy alta y que la armada recién llegada no valía ni siquiera 50,000 pesos. En comparación debe considerarse que Nicolás de Federman en la sabana de Bogotá aceptó retirarse cuando Jiménez de Quezada le ofreció 10,000 pesos de oro.  

 

 

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[1].- Jerez, Francisco. Ob.cit. p.111. Pedro San Millán vendió un caballo por 3000 pesos lo que se considera como uno de los precios más altos pagados por un equino en esos días. Lockhart, James. The men of Cajamarca. Texas University Press. Austin, 198 p. 283.