ORO Y PLATA EN EL PERÚ DE LA CONQUISTA

 


Dibujo de Felipe Huamán Poma de Ayala sobre la navegación de Pizarro al Perú

 

2.- El oro antes de llegar al Tawantinsuyo.

        

         Francisco de Jerez en su "Verdadera Conquista del Perú y provincia de el Cuzco." ha dejado una serie de descripciones del oro que fueron encontrando en los viajes antes de llegar a las costas del Perú. La primera referencia que da es la siguiente:

 

"...siguieron la costa hasta llegar a un gran río que llamaron San Juan, porque en su ida llegaron allí, donde hallaron alguna muestra de oro y no hallando rastro del capitán Pizarro, volvióse el Capitán Almagro a Cuchama, donde lo halló." [1]

        

         Poco después el mismo cronista hace una nueva referencia a las riquezas encontradas en los viajes de descubrimiento. En esta oportunidad se refiere a las noticias que dio a Pizarro el Piloto Bartolomé Ruiz luego de una exploración de sesenta días al sur del Río San Juan:

 

"...llegó hasta el pueblo de Cancebí, que es en aquella costa y antes deste pueblo habían visto, los que en el navío iban, otras poblaciones muy ricas de oro y plata, y la gente de más razón que toda la que antes habían visto de indios, y trujeron seis personas para que deprendiesen la lengua de los españoles, y trujeron oro y plata y ropa. [2]

 

         Es curioso sin embargo que Sancho de la Hoz no mencione lo más importante de esa jornada, que fue el descubrimiento de la balsa de los tumbesinos con buena cantidad de objetos valiosos, pero que por sobre todo, confirmaba las palabras de Panquiaco sobre la existencia de un reino poderoso hacia el sur. Pizarro al recibir las noticias traídas  por sus marineros emprendió con renovado ahínco su marcha pero, ante el fracaso de no encontrar riquezas y más bien grandes dificultades, decidió regresar hacia el norte sólo para detenerse luego en la Isla del Gallo donde se quedó con sus hombres mientras esperaba el regreso de sus navíos con ayuda. Es de todos conocido lo sucedido en la Isla del Gallo cuando el Piloto Tafur llegó con órdenes de regresar a todos a Panamá y de como Tafur accedió en llevarlos a la isla Gorgona, más protegida y salubre que la del Gallo.

 

         Al terminar la estancia forzada de seis meses en la Gorgona, los llamados "Trece de la fama" fueron recogidos por Bartolomé Ruíz quien, aunque tenía órdenes de regresarlos a Panamá, accedió al deseo de Pizarro de continuar hacia el sur. Navegaron cien leguas más  adelante de lo que ya habían descubierto y encontraron muchas poblaciones de las que tomaron más oro, plata y ropas. [3] Primero tocaron en la isla de Santa Clara "donde hallaron un gigantesco ídolo de piedra con ofrendas de oro, plata y textilería" [4] Luego unas balsas tumbesinas que viajaban al norte para hacer la guerra a los de La Isla Puná, los guiaron hasta Tumbes donde tuvieron el primer contacto directo con el Perú. En esta primera ciudad del litoral peruano que bautizaron como Nueva Valencia del Sur, supieron del soberano que gobernaba esas tierras y de las riquezas que en ella había. Embarcados nuevamente los que bajaron en Tumbes continuaron hasta la desembocadura del río Santa para de allí iniciar el tornaviaje.  La llegada a Panamá con animales sorprendentes, finos tejidos, pero sobre todo con oro y plata entusiasmó a muchos e hizo arrepentirse a los que habían abandonado la empresa en El Gallo.

 

         Viajó Pizarro a España donde luego de algunas dificultades pudo exponer en Toledo, ante el Consejo de Indias, sus descubrimientos, apoyándose en los indios interpretes, el cuadro que de Tumbes había pintado Pedro de Candia y los camélidos americanos que había llevado con él. Convencidos los del Consejo con los argumentos y pruebas recibidas firmaron el 26 de julio de 1529 la Capitulación de Toledo por la cual se dio a Pizarro los títulos de Gobernador, Adelantado y Alguacil Mayor de Nueva Castilla así como títulos y sueldos para sus socios Almagro y Luque. También recibieron títulos el Piloto Bartolomé Ruiz y el Artillero Pedro de Candia. A los trece del Gallo se les hizo hidalgos y los que ya lo eran, se les nombró Caballeros de Espuela Dorada. Con todo esto más dispensas para llevar productos y esclavos, regresó Pizarro a Panamá a preparar el tercer y definitivo viaje de descubrimiento del Perú.

        

         Zarpó Pizarro el 20 de enero de 1531 y llegaron a Atacames el 17 de febrero. Allí vieron indios que usaban adornos de oro. Al tratar Agustín de Zárate de este pasaje comenta que cuando estos indios salían a hacer la guerra "traían sembradas las caras con clavos de oro en agujeros que para ellos tenían hechos." [5]

 

         En Coaque tuvieron los españoles que luchar primero con los habitantes de la región y luego sufrir las terribles verrugas, enfermedad que además de deformar, debilitó a la hueste. Francisco de Jerez comenta que:

 

"...fueron por la costa de la mar y en todas las poblaciones della hallaban la gente alzada y caminaron hasta llegar a un gran pueblo que se dice Coaque al cual saltearon porque no se alzase como los otros pueblos; y allí tomaron quince mil pesos de oro y mil y quinientos marcos de plata y muchas piedras esmeraldas, que por presente no fueron conocidas ni tenidas por piedras de valor." [6] 

 

         Tras algunos meses, a causa del retraso que había significado las verrugas, llegaron los conquistadores a la punta de Santa Elena y allí fueron contactados por un emisario de Tumbalá Cacique de la isla Puná que queda frente a las costas de la península mencionada.  El emisario los invitó a pasar a la isla en unas balsas por encargo de su jefe, pero Pizarro, temiendo que fuese una trampa como resultó ser, aceptó siempre que el Cacique viajase junto con él en la misma balsa, lo que logró y así pudo conjurar el plan de Tumbalá, pues este había previsto desamarrar las embarcaciones a mitad de la navegación.  Ya en la isla los españoles fueron agasajados y, cuenta Jerez que, Tumbalá "dio de su voluntad al gobernador alguna cantidad de oro y plata." [7]  Fue en esta isla donde dice Zárate que peleaban los indios con porras y hachas hechas de plata y con lanzas de oro bajo y que en ella tanto los hombres como las mujeres traían muchas joyas de oro y que además comían en vajilla de metales preciosos. En una isla próxima  se sorprendieron los castellanos al encontrar una casa hecha de oro y plata rodeada de árboles y plantas de los mismos metales. [8]  

 

         Mas importante fue, sin embargo, descubrir que Alonso de Molina, quien al regreso de segundo viaje había quedado en Tumbes, había sido llevado prisionero por los isleños junto con varios centenares de tumbesinos y que ya había muerto. Un papel dejado por Molina y que fue entregado por los indios a los españoles les trasmitió su último mensaje : “Los que a esta tierra vinieredes, sabed que hay más oro y plata en ella que hierro en Vizcaya." [9]

 

         Ocurrió que mientras estaban en la Puná los indios se levantaron y los españoles tuvieron que combatir. Afortunadamente para los peninsulares llegaron a la isla dos barcos con refuerzos al mando de Hernando de Soto con lo que se definió el combate al lado español.

 

         Cuando ya se preparaban a iniciar el viaje a Tumbes el Tesorero Riquelme huyó en uno de los barcos pero la celeridad de Pizarro fue suficiente para detener a Riquelme quien insistía en declarar que todo era una farsa y que el Perú era muy pobre. Es interesante hacer notar esta curiosa acción del contador que luego sería el encargado de llevar el registro de los grandes tesoros del Perú.

 

 

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[1].- Jerez, Francisco de. Verdadera Relación de la Conquista del Perú y provincia del Cuzco." En Crónicas de la Conquista del Perú.  México s/f .33p

[2].- Ibid. p 34.

[3].- Ibid. p.36

[4].- Busto Duthurburu, José Antonio del. Historia General del Perú: Descubrimiento y Conquista. Lima, 1978. p.42

[5].- Zárate, Agustín de.  Ob. cit. Libro 1, Cap.1, p.513.

[6].- Jerez, Francisco. Ob. cit. p.37.

[7].- Jerez, Francisco de. Ob. cit. p.38.

[8].- Zárate, Agustín. ób. cit. p.521 y 522.

[9].- Busto, José Antonio del. Ob. cit. 1978. p.53.