SIRIA.
Siria no se unificó nunca ni parece que ninguna ciudad lo intentase.
Bien abastecidas en sus respectivos territorios agrícolas, bien
comunicadas y en emplazamientos cruciales (Alepo, Alalaj, Homs) como
confluencias de ríos y rutas caravaneras (Emar) o en la costa (Ugarit,
Biblos), entre el mar y una montaña accesible, las ciudades parecen
haberse interesado más en el comercio que en la guerra. Aparte las
condiciones del relieve y la situación estratégica de la zona, el
Mediterráneo matizó fuertemente el área. Ya en el III milenio Biblos
tiene relación con el faraón y todo el litoral reflejará el auge del
Egeo y Creta. Las ciudades estaban en el camino de salida de Anatolia y
controlaban una madera preciosa para Egipto y Mesopotamia, por lo que
Siria será permanente objetivo de los imperios circundantes, hitita,
mitanio, asirio, babilonio o egipcio. Sus ciudades recibirán y
transmitirán toda clase de influencias, desarrollarán una compleja
diplomacia y sobrevivirán a numerosos conflictos de origen imperial. La
mezcla de culturas producirá resultados muy originales, incluida la
escritura alfabética, y un carácter específico de lo levantino que
tomará la forma de lo cananeo.
El reino de Alepo,
de dimensiones variables, es uno de los mejor conocidos; incluía la
ciudad de Alalaj, junto al Orontes, bien estudiada (Alepo sigue siendo
una ciudad viva y el trabajo arqueológico es muy difícil en ella). En
el cruce de las rutas entre Anatolia y Palestina y entre el
Éufrates y el Mediterráneo, fue saqueada en 1594 por Mursil
I durante su expedición a Babilonia y fue pieza importante en las
disputas egipcio-hititas. Desde el siglo XIII, el yacimiento muestra
fuertes influjos mediterráneos. Junto a Alepo y Alalaj, Emar, junto al
Éufrates, fue importante en el II milenio, tras su
reconstrucción por Supiluliuma I (1380-1346), el fundador del Imperio
Hitita. Los hallazgos muestran una situación típica, con objetos y
prácticas que muestran rasgos hititas, mitanios y babilonios. Fue
incendiada y destruida en 1187.
Otra de las ciudades importantes fue Qatna, citada en los
textos amarnienses. Estaba en el alto Orontes, rodeada de buenos pastos
y encerrada por murallas. También parece que fue destruida poco después
del 1200.
Ugarit, la actual Ras Shamra, es la ciudad costera mejor
conocida de la época, gracias a la arqueología. Un poco alejada de la
costa, controlaba el puerto vecino de Minet el Baida (nombre moderno).
Su territorio medía unos 100 km, a lo largo de la costa, entre Ras el
Bassit y Jeblé, y hasta la cadena montañosa litoral, por el Este,
abarcando unos 2.000 km2, en los que había otras ciudades como la que
se está ahora excavando en Ibn Hani. Muestra influencias egipcias y
huellas de varias destrucciones, varias de ellas provocadas por
terremotos seguidos de incendios (uno fue en 1365, según documentos
amarnienses), así como por guerras. Con la expansión hitita bajo
Supiluliuma, la influencia egipcia cede ante la hitita, cuya presencia
no se desvanece hasta finales del s. XIII, durante el reinado de
Hammurabi de Ugarit. Poco más tarde, entre 1180 y 1175, como otras
ciudades del área, quedó destruida.
En este ámbito se descubre el alfabeto. Fueron los levantinos quienes
lograron superar el silabismo, base del sistema cuneiforme, aislando
los valores consonánticos y asignando un signo a cada consonante. Si a
comienzos del III milenio el cuneiforme usaba más de mil signos y,
luego, varios cientos, con el nuevo sistema bastó con una treintena. La
ausencia de vocales no era especialmente grave en la escritura de una
lengua semítica. Se conocen precedentes en las minas del Sinaí y en
Biblos, y en el ámbito de Ugarit nació un alfabeto cuneiforme muy útil,
pero que no sobrevivió a la ciudad. No mucho más tarde, en el sarcófago
de Ahiram de Biblos (s. XI), ya se usaba un alfabeto fenicio completo
de 22 signos consonánticos. Los arameos y hebreos de los siglos
siguientes esbozarán la notación de vocales y serán finalmente los
griegos quienes completen del todo el actual alfabeto de uso casi
universal.
PALESTINA.
En general, las ciudades palestinas, lo mismo que sus territorios, son
menores y más pobres que las de Siria. Hay mucha población nómada junta
a la urbana, que van modificando continuamente el aspecto cananeo más o
menos autóctono. Tal es el caso, por ejemplo, de los hebreos y, luego,
el de los Pueblos del Mar.
El poder de Egipto es más constante que en Siria. Durante la Dinastía
XVIII, nada más expulsados los reyes hicsos, los faraones actúan en la
zona. Tutmés III (h. 1469-1436), tras una serir de victorias sobre las
ciudades cananeas, extiende la tutela farónica hasta el Orontes. En la
XIX, Seti I, a comienzos del s. XIII, aplasta una importante revuelta y
la lucha de Ramsés II en Kadesh dejó Palestina bajo control de Egipto
hasta la llegada de los Pueblos del Mar.
CHIPRE.
Durante el II milenio, Chipre mantiene muchos contactos con Anatolia,
Creta y el ámbito de la cultura micénica. Presenta el aspecto de la
avanzada oriental del mundo egeo y, sobre todo, micénico, que marca la
isla con fuerte impronta. Incluso con anterioridad, el periodo minoico
parece haber dejado huellas tan interesantes como la escritura silábica
chipriota, relativamente parecida al lineal A. A unos 100 km de Ugarit,
fue sin duda una etapa fundamental en los intercambios culturales de
las áreas del Egeo, Levante, la costa de Anatolia y el delta del Nilo.
Por toda la costa aparecen grandes cantidades de cerámicas micénicas y
chipriotas, incluso bastante al interior (Jordán), a veces como envases
de productos de alto precio (perfumes, aceites, esencias); también los
lingotes de cobre típicos de la isla, en forma de piel de buey, que han
sido hallados incluso en Dur Kurigalzu. Fueron objeto de importante
comercio en toda el área los tejidos y se han hallado carros egipcios
en Chipre. En los escritos egipcios el faraón pide barcos a Alashiya
(Chipre). Se documenta la compra de caballos y existen regiones que los
crían para exportación (Qatna), así como ovejas. Colmillos y otras
formas de marfil sirio o africano aparecen por doquier, incluidos los
dientes de hipopótamo. Abundan por doquier el estaño de Irán, el
lapislázuli de Afganistán (muy apreciado en Egipto y que Hatti pide a
Babilonia).