Tiempo. La historia de esta zona comienza en torno al 3000, con
los documentos escritos. ÀCuál es su término final apropiado? Tres
posturas: 538 a. C. (aqueménides en Babilonia); 330 a. C. (victoria de
Alejandro sobre Persia); Era Cristiana (Augusto como universalizador).
La fecha de Alejandro es la más seguida: la zona ha sido hasta entonces
dominada por imperios orientales y ahora lo es por occidentales.
Renacimiento estudioso. El nuevo aspecto de Oriente. El nombre que
conviene dar a la transformación profunda que, desde hace unos
decenios, se manifiesta en nuestros conocimientos es el de
Òrenacimiento orientalÓ.
Asistimos a una transformación basa sobre todo en la arqueología, pero
se extiende a la literatura, a la religión, al arte, a toda la
civilización. Cronológicamente, podrían fijarse sus comienzos el día de
abril de 1928 en que un campesino que araba su campo en Siria sintió
tropezar la reja de su arado contra algo duro que resultaron ser los
restos de una construcción funeraria.
Así se descubrió Ugarit. Desde entonces ha habido muchos
descubrimientos notables. Pero la importancia del de Ugarit y unos
otros pocos más que le siguieron desborda lo local. Su amplitud es la
de una transformación que afecta a toda una Era histórica y a una zona
entera de civilizaciones hasta el punto de que, para encontrar un
ejemplo comparable, hay que recurrir a los descubrimientos que, en la
segunda mitad del XIX, revelaron en cierto modo al mundo lo que habían
sido los pueblos antiguos del Oriente mediterráneo.
Los puntos culminantes de este renacimiento oriental son,
probablemente, tres. Ugarit, Mari y los mss. del Mar Muerto. En cada
caso, el impulso lo dio el azar. En Ugarit, un campesino que araba (Ch.
Virolleaud, Le légende phénicienne de Danel, París, 1936); en Mari, las
gentes de la tierra que enterraban a un difunto (A. Parrot, Mari une
ville perdue, París, 1945); en el Mar Muerto, un beduino que buscaba
una oveja perdida (G. Lankester Harding, diario Times, 9 de agosto de
1949). Los tres casos originaron un cambio profundo en nuestros
conocimientos. En Ugarit se trata de una ciudad antigua y floreciente
durante cuatro mil años, centro de fecundos intercambios entre Oriente
y las islas del Levante mediterráneo, que nos entrega cientos de textos
en una lengua nueva y en una escritura hasta entonces desconocida, que
revelan las creencias y los mitos de los cananeos, pueblos que vivían
en Palestina y Siria antes de la llegada de los hebreos. En Mari, otra
ciudad igualmente antigua (en el Éufrates, en el paralelo de
Biblos), capital de un estado floreciente que, en su apogeo, dominó
gran parte de Mesopotamia septentrional. Sus archivos diplomáticos, con
más de veinte mil textos, permiten rehacer de arriba a abajo la
historia del Asia Anterior durante la primera mitad del II milenio a.
C. (Se publican por una comisión desde 1941). su efecto revoluciona los
conocimientos y provoca una rebeja cronológica para el Asia anterior
antigua de unos 200 años (apoyada por hallazgos recientes, como la
lista de reyes asirios de Jorsabad; las opciones son o la ÒcortaÓ
1728-1686 o la ÒlargaÓ 1792-1750 para el reinado de Hammurabi). Los
manuscritos hebreos del Mar Muerto son más antiguos en mil años que los
más antiguos conocidos hasta su hallazgo y, para la parte bíblica,
aportan un elemento precioso de integración y confrotación en la
crítica de textos; para la parte no bíblica, ilustran sobre las
creencias y ritos del mundo judío, al margen de la predicación de Jesús.
Ha habido otros descubrimientos valiosos. Los EE.UU. en Kirkuk (Pequeño
Zab, al NE de Nuze) han cambiado los puntos de vista sobre el neolítico
y eneolítico de Mesopotamia; los archivos de Alalaj, cercana a Ugarit,
aguas arriba del Orontes, (L. Woolley, A Forgotten Kingdom, 1953) se
combinan con los ugaríticos y permiten correlaciones desde lo local y
las repercusiones de la actuación de los grandes imperios en Siria en
la segunda mitad del II milenio; los estudios renovados sobre códigos
legales como el de Eshnunna (A. Goetza, The laws of Eshnunna, New
Haven, 1956), de Ur Namu (E. Szlechter, Le code dÕUr-Nammu, Rev.
dÕAssyr. 49 1955) y de Lipit Ishtar (id., Le code de Lipit Istar, ib.,
1957) que esclarecen la obra de Hammurabi; las excavaciones de Nimrud
(ant. Kalah, entre Asur y Nínive) ant. Kalah, entre Asur y Nínive, con
hallazgos importantes de arte asirio, que se unen a los de los
edificios de Ugarit (palacio real) y Mari.
[Ebla.
La actual Tell Mardikh, 53 km al SO de Alepo (Siria del N.) fue capital
de un importante reino entre el 2600 y el 2240 a. C., en que dominó
Siria septentrional, Líbano y el NO de Mesopotamia, y cuya influencia
alcanzó a Sumer y Egipto y los territorios allende los Zagros. Fue
descubierta por excavaciones italianas (Matthiae, 1964). Sus vastos
archivos (casi 20.000 tablillas cuneiformes) han devuelto a la historia
el brillo y la riqueza agropecuaria, textil, metalúrgica y mercantil de
la ciudad, cuyo control y función de centro distribuidor se extendió
directamente al menos sobre otras diecisiete que iban desde el Líbano
hasta el SE de Turquía. El eblaíta, lengua paleosemita (grupo semita
del N, como el amorrita y el acadio) y, hasta ahora, la más antigua
conocida, data del tercer cuarto del III Milenio a. C. Los
especialistas la adhieren a la familia afroasiática (antes,
hamito-semítica). Se escribió en cuneiforme sumerio. Ebla es destruida
hacia 1650-1600]
Las correspondencias de estos datos han cambiado también la cronología de otras zonas, como Anatolia o Egipto.