Historia Antigua - Universidad de Zaragoza - Prof. Dr. G. Fatás
LA DIFUSIÓN DE LOS METALES EN EL ORIENTE MEDIO
Los estudios sobre las piezas metálicas de procedencia arqueológica han
permitido reconstruir, bastante verosímilmente, el ámbito de la minería
y de la circulación de metales en el ámbito iranoafgano y mesopotámico.
El cobre nativo ya se utilizaba en el VII milenio a. de C. El empleo
del metal no dio un gran paso adelante hasta el descubrimiento del
bronce (aleación de cobre y estaño), seguramente a finales del III
milenio, aunque en todo el proceso se produjeron variantes regionales.
Una fase intermedia, en el V milenio, se aprecia en los Zagros iranios,
al sur del mar Caspio: mediante procesos de fundición se trabajaban los
carbonatos de cobre (malaquita, azurita). En el IV milenio se atestigua
el empleo de moldes de piedra y de procedimientos de vaciado. En este
periodo, los hallazgos de ajuares metálicos lejos de todo emplazamiento
minero muestran que el metal circulaba ya a largas distancias. Las
excavaciones iniciadas en Susa (Elam) hace más de un siglo evidencian
que la gran capital elamita, situada a 600 km. del yacimiento de cobre
más cercano, era un notable centro de producción artesanal de metal. En
Mesopotamia, la densificación de la artesanía metalúrgica se verifica a
finales del IV milenio. Hacia el 3200, tanto en Elam como en
Mesopotamia se conoce ya el sistema de fundición "a la cera perdida".
La aparición de la escritura nos ilustra sobre algunos pormenores, a
través de las tablillas. Una serie de trabajos interdisciplinarios han
probado que, ya en el IV milenio, la materia prima trabajada en Elam
procedía de la meseta irania; en cambio, hacia el 3200 se produjo un
cambio en la procedencia de suministros, ya que el mineral estudiado
revela su origen en las montañas del golfo de Omán, desde donde se
abastecieron tanto Elam como Mesopotamia. Combinando técnicas de
análisis físico-químico y noticias de las tablillas se han podido
identificar algunos lugares históricos: ahora sabemos que las montañas
de Omán eran llamadas "montañas de cobre del país de Makkán" y que la
zona fronteriza entre Irán y Afganistán (el valle de Sarkar, rico en
estaño) era el país de Meluhha. El cobre empleado tenía alto contenido
en arsénico, que decrece a fines del III milenio, al difundirse la
metalurgia del bronce y aumentar las variedades de cobre y estaño
accesibles a los metalurgistas del P. O. A. El estaño occidental
(Cornualles) llegaba también hasta Mesopotamia. Los elamitas de Susa
emplearon mezclas de cobre con plomo; en Mesopotamia se conocen otras
de cobre, arsénico y estaño e, incluso, de esos tres elementos con el
plomo. Estas combinaciones tenían consecuencias físicas, mecánicas,
cromáticas, etc. y había productos que exigían, por su naturaleza,
ligas o aleaciones particulares (como los espejos). Hasta fines del
siglo IV fue la meseta irania la que marcó las pautas, gracias a la
abundancia de sus recursos. Pero en el III milenio la mayor creatividad
se aprecia en los medios urbanos de Mesopotamia: los grandes talleres
de los palacios y los templos fueron capaces de innovar, por un lado, y
de conseguir suministros desde tierras muy lejanas. A comienzos del II
milenio se difundirán muy masiva y profusamente las numerosas técnicas
metalúrgicas creadas en Elam y Mesopotamia, hasta entonces reservadas a
las elites sociales.