Aunque los pictogramas sumerios nacieron hacia el 3200 a. C. (en Uruk), el sistema clásico de escritura cuneiforme no quedó fijado sino hacia 2800: es empleaba una caña biselada con la que se imprimían "cuñas" en la arcilla; al principio, cercadas por cartuchos; luego alineadas y sin cartucho, de izquierda a derecha. El sistema (que duró hasta el siglo I) era muy complejo.
En sus principios constaba de unos 900 signos y nunca bajó de 400. Los ideogramas -muy pocos- representaban el sentido de la palabra adjunta, sin que hubiese otra regla que la del uso tradicional. La tendencia fue la de reservar los signos ideográficos para palabras frecuentes y representar las restantes divididas en sílabas cuyos valores fonéticos se escribían. Cada sílaba se representaba por un grafem, pero cada grafema podía valer por diversos sonidos. Este sistema cuneiforme de origen sumerio se aplicó para escribir sumerio, babilonio, asirio, hitita, luwita, hurrita y urartio.
El alfabeto más antiguo conocido (Ugarit, h. 1500) es de tipo más simple, aunque basado en la misma idea: hay un signo por cada consonante y una consonante por cada signo. Como en las lenguas semíticas, no es imprescindible escribir las vocales para captar el sentido de lo escrito. El posterior alfabeto de Biblos (Fenicia) supone, ante todo, una adaptación del ugarítico al procedimiento egipcio de escritura (tinta sobre soporte flexible, como papiro o piel). Esta fundamentación del signario en la representación de las consonantes posibilitó la democratización de la escritura, al reducir a una treintena la cantidad de signos precisa para poder escribir cualquier cosa. La adición de vocales por los griegos completó tan largo proceso, al que no es ajeno el ojo humano: éste no lee en un "continuum" perfecto, sino a pequeños saltos, abarcando porciones completas y discontínuas de texto.
El llamado alfabeto fenicio -que tiene su origen en el de Ugarit- invirtió el sentido usual de la escritura, procediendo de derecha a izquierda. Este modo de escribir pasó a las escrituras árabe y hebrea, que lo mantienen.
Las tablillas mesopotámicas de época histórica alcanzaron un módulo de gran eficacia. Divididas a menudo en líneas (y resultando frecuentemente que una línea equivalía a una frase), formaban colecciones homogéneas.
Fueron usando medidas en torno a los 5 cm. de ancho, 10 de alto y 2 ó 2,5 de grosor.
DIFUSIÓN Y EXTINCIÓN.
Fue adoptado por los acadios,
establecidos en la zona a mitad del III milenio. Conservaron los
ideogramas y sus combinaciones para expresar conceptos complejos,
pronunciados en acadio, pero guardaron el valor fonético sumerio de los
demás signos, aunque ampliaron el repertorio para adaptarlos al acadio
y superar el casi total monosilabismo del sumerio. Muchos ideogramas
sumerios se convirtieron en signos fonéticos trilíteros del acadio. Con
ello, creció el problema de la polifonía: el ideograma ÒsolÓ se leía en
acadio, fonéticamente, de seis formas (ud, tam, tu, par, lah, his).
Leer signos sumerios en acadio trajo otras complicaciones, pues muchos
signos guardaron su valor fonético sumerio, pero otros se introdujeron
desde el acadio o se leyeron a la acadia: el ideograma ÒtierraÓ o
ÒcordilleraÓ se leía ÒkurÓ (sumerio), pero también ÒmatÓ y ÒsadÓ
(tierra y montaña, en acadio). Esta dficultad persistió largamente. El
más viejo cuneiforme semita es el acadio antiguo (textos de Sargón, m.
h. 2279). Sumer siguió siendo una gavilla de ciudades-Estado hasta que
fue unificado por Gudea de Lagash (m. h. 2124), en el último fulgor
sumerio. La siguiente fase es la de Hammurabi (m. 1750). Su Código está
en babilonio antiguo cuneiforme, del que surgirán las escrituras cuneiformes del babilonio medio y reciente. El cuneiforme asirio
antiguo aparece con los colonos asirios que comerciaban en Anatolia (h.
1950, tablillas capadocias). El apogeo neoasirio usa una escritura
desarrollada y conservada en miles de piezas de los grandes palacios
(ej.: biblioteca de Asurbanipal en Nínive, h. 650 a. C.). Fuera de
Mesopotamia aparece ya en el III milenio, vía Elam (Irán del SO), donde
evolucionó hasta el I milenio, cuando probablemente originó el
cuneiforme iranio (indoeuropeo), muy simplificado y prealfabético (persa antiguo). Al N, los hurritas
partieron del acadio antiguo (h. el 2000) y lo transmitieron a los
indoeuropeos hititas de Anatolia , llegados por aquella fecha. En el II
milenio, el acadio de Babilonia (babilonio), no sin influencias
y cambios, se convirtió en Òlingua francaÓ general para la comunicación
escrita. La correspondencia política del periodo casi no se escribió de
otra forma. A veces, el cuneiforme tomaba forma peculiar, como en la
cananea Ugarit (h. 1400) o se implantaba tal cual, como en Urartu
(Montes Armenios, ss. IX-VI), que hablaba una lengua pariente del
hurrita y la escribía en cuneiforme neoasirio. Tras la caída de Asiria
(612) y Babilonia (539), cuando el arameo era ya Òlingua francaÓ,
variantes de babilonio y asirio sobrevivieron en escritos cuneiformes
casi hasta el cambio de Era. La muerte del cuneiforme fue rápida y casi
total. Algunas culturas cuneiformes (hurrita, hitita, urartia) fueron
olvidadas por entero al perderse sus archivos y su sistema de
escritura. La escritura fenicia avanzó con rapidez en el O y en la
Europa mediterránea: el cuneiforme no podía competir con un sistema tan
eficaz y económico. Hacia el 500 a. C. estaba en franco retroceso y su
recuerdo desapareció hasta el punto de que los griegos no tuvieron
noticia ni de aun de su existencia anterior. (Sólo Heródoto menciona de
pasada unos Òassyria grámmataÓ).
DESCIFRAMIENTO.
Comenzó por un
epígono cuneiforme tardío: el persa aqueménide (VI-IV). Sus grandes
epígrafes rupestres eran conocidos en la Europa del XVII: el nombre
ÒcuneiformeÓ lo creó Engelbert KŠmpfer, h. 1700. En el XVIII creció el
repertorio por las copias que Carsten Niebuhr hizo en Persépolis. Esas
inscripciones contenían siempre tres escrituras: un tipo simple (unos
40 signos, casi un alfabeto) y dos complejos (silabarios o
ideografías). Se supuso que los textos eran idénticos en cada pieza y
que la primera lengua sería el persa
antiguo (indoiranio; por ende, pariente de avéstico y sánscrito, ya
conocidos). Las palabras se separaban con una diagonal, lo que facilitó
la tarea. Georg Friedrich Grotefend (1802) supuso que las palabras
iniciales serían nombre, títulos y genealogía del rey, como sucedía en
inscripciones iranias posteriores escritas en una variedad del alfabeto
arameo, ya descifrado. Así empezó a leer nombres propios y a deducir
los valores fonéticos. La tercera lengua de esos epígrafes era igual a
la de muchos hallazgos de Mesopotamia (sobre todo, de Asiria); resultó
ser el acadio, también descifrado a partir de antropónimos. La
larga vida del acadio cuneiforme, con sus muchas variedades y
diferencias regionales o cronológicas, dificultó la tarea. Cuando se
demostró que era semita, la Asiriología avanzó con rapidez por trabajos
como los de Friedrich Delitzsch, Benno Landsberger y Wolfram von Soden.
Tras el acadio, se descifró el sumerio, ya en el siglo XX, difícil por
ser una lengua sin parientes. Como lengua hablada murió a mitad del II
milenio, pero fue lengua religiosa en Babilonia, cuyo clero la conservó
y normó y guardó textos de los que se conocía la versión babilónica.
Estudiosos del sumerio fueron Delitzsch, F. Thureau-Dangin, Arno
Poebel, Anton Deimel y Adam Falkenstein.
HITITA Y OTRAS LENGUAS.
En 1906 se descubrieron los archivos regios de Hatti, en Hattusas
(Bogazkšy, al E de Ankara). Poco antes, John Knudtzon sospechó que en
algunas cartas diplomáticas egipcias de Tell el Amarna (Dinastía
XVIII), escritas en cuneiforme, las había en una desconocida lengua
indoeuropea. La hipótesis no pareció verosímil, pero la confirmó el
hallazgo, en la I Guerra Mundial, por Friedrich Hrozny, de escritos que
probaban que la lengua dominante en Hattusas era la de los hititas,
indoeuropeos, dueños de Anatolia central en el II milenio, y que no fue
muy difícil leer pues estaba en cuneiforme acadio. Ayudaron también
textos bilingües en hitita y acadio. Una lengua ignota y sin parientes
próximos conocidos no es comparable, por lo que el análisis interno es
el único método sólido. El urartio y el hurrita, emparentados, se han
descifrado en buena parte de esa forma. El urartio se conoce mejor: usa
más ideogramas y se hallaron dos textos bilingües de urartio y asirio.
En 1929, en Rash Shamra (Ugarit) apareció un cuneiforme muy
simplificado, con menos de 30 signos que obligóa pensar en un alfabeto.
Usaba, además, un palote para separar palabras. Pronto se supo que era
una lengua semítica del NO, pariente del cananeo y cercana al fenicio.
En 1964, Ebla (Tell Mardikh) ha revelado escrita en cuneiforme sumerio
la lengua semita más antigua conocida (h. 2600).