El mecanismo general tiene este fundamento lógico: el aumento de la productividad agrícola asegura a las comunidades un excedente alimentario que, concentrado en un punto distribuidor central, permite mantener a los trabajadores especializados no agrarios. El punto central, la ciudad, es el germen del Estado y de la estratificación socioeconómica.
En el POA predominan dos sistemas de producció: doméstico y palatino.
El doméstico
es de origen neolítico y en él coinciden las fuerzas productivas y la
propiedad de los medios productivos. Usa una red multidireccional y
recíproca de intercambio, los especialistas no lo son a tiempo completo
(o no sistemáticamente) y son prácticamente equiparables unidades y
sectores productivos.
El palatino,
característico de la "revolución urbana", concentra los medios
productivos en manos de las "grandes organizaciones" (palacio y templo)
que no son sólo residencias, sino complejos económicos y productivos,
los productores son siervos del poder político-administrativo del
palacio o el templo, la especialización laboral es intensa y de tipo
orgánico, estructural, y los bienes afluyen al centro para su
redistribución, lo que exige una disposición jerarquizada de las
comunidades (ciudad, aldeas tributarias) y los sectores productivos y
prima la función de cohesión del conjunto que cumplen los
administradores (sacerdotes, escribas). El modo de producción palatino
es hegemónico sobre el doméstico y no puede subsistir sin él. La
tendencia general de la evolución de estas relaciones apunta hacia un
orden feudalizante.