Historia Antigua - Universidad de Zaragoza - Prof. Dr. G. Fatás

OBSERVACIONES GENERALES SOBRE EL POA

(sobre M. Liverani, Antico Oriente, Roma, 1991)

El Próximo Oriente asiático estricto (sin Egipto) mide unos dos millones de km2, poco menos que Europa Occidental. Es un área, pues, bastante pequeña y muy compacta. Así y todo, se caracteriza por una variedad acentuada del relieve y los tipos de suelo, precipitaciones y clima, vegetación y habitabilidad. El relieve alcanza los 3.500 y aun los 4.000 en el Tauro, el Ponto y los Zagros y supera los 5.000 en Armenia (Ararat). Pero la depresión del Mar Muerto (395 m por debajo del nivel del mar) es la más profunda del mundo. Alternan las cadenas montañosas, las llanuras aluviales y los altiplanos áridos. Del régimen pluvial mediterráneo se pasa con rapidez al clima estepario del desierto siroarábigo o al clima de alta montaña. Grandes ríos, como el igris y el Éufrates, cruzan zonas que de otro modo estarían condenadas a una aridez casi total. Y zonas de alta concentración demográfica están en estrecho contacto con otras casi vacías. Para dar una imagen simplificada del POA se usa a menudo la imagen del creciente fértil: un semicírculo de tierras fértiles, irrigadas, aptas para el asentamiento agrícola y urbano, que va desde Palestina a Siria y a Mesopotamia, confinando por el lado cóncavo, hacia el Sur, con el desierto siroarábigo y, por el convexo, hacia el Norte, con las tierras altas de Anatolia, Armenia e Irán. Pero una visión desde más cerca muestra una realidad más compleja en la que la mezcla de las diversas zonas ecológicas está mucho más articulada. Las tierras altas se ven interrumpidas por cuencas de valles que reproducen, en pequeño, las características del creciente fértil; las teirras irrigadas son interrumpidas por relieves menores y franjas desérticas; y las propias mesetas áridas aparecen consteladas de oasis y surcadas de uadis. La discontinuidad ambiental es un rasgo estructural del POA y un dato histórico importante. porque implica la mezcla y el contacto próximo entre zonas dotadas de potencialidades y vocaciones distintas. Para una comprensión de esta red de relaciones pueden emplearse los conceptos de interfacies, frontera y nicho.

Una interfacies (o un interfaz) es el área de contacto, la charnela entre dos zonas distintas. A través suyo cruzan, en ambas direcciones, experiencias y productos, hombres y tecnología, elaboraciones coherentes con el carácter de la zona de origen e incoherentes con la de destino. El paso implica un cambio de "códigos" de valor y expresión y tiene efecto de recíproca fertilización y de comparación y ajuste de resultados que contribuye poderosamente al cambio social y que desde las fases más antiguas contribuye a la evolución de las comunidades humanas. Los fenómenos de interfaz producen a veces fenómenos de mudanza física de los núcleos humanos: es un caso típico el de su influjo en los grupos trashumantes estacionales, que transitan para explotarlas por interfacies de montaña/llanura o de valle irrigado/estepa árida. Es más frecuente aún que los grupos humanos, incluso sedentarios, exploten su asentamiento a lomos de la interfacies mediante un acceso privilegiado a recursos diferenciados y complementarios. El hecho de que las interfacies sean múltiples y cercanas entre sí mantuvo a todo el POA en un alto nivel de dinamismo cultural.

Una frontera es un hecho de tipo más histórico y cultural que ecológico, más de imagen que de realidad. Es la zona marginal y terminal de un núcleo cultural dado, a partir de la cual, según creencia de los habitantes del núcleo, hay o la nada o lo completamente distinto (y, en general, inferior y hostil), un territorio apto como fuente de materias primas logradas a través del intercambio desigual y de la conquista militar. La interfacies es biunívoca, la frontera es unidireccional, es un punto de vista. La interfacies es tendencialmente estable, la frontera es tendencialmente móvil, susceptible de violación en ambas direcciones. En el seno del territorio puede haber otras fronteras internas, "invisibles", no reflejadas en el mapa ni visibles física y externamente, pero culturalmente existentes: fronteras lingŸísticas, religiosas, de modo de producción o de vida, de ideología política, de estructura familiar o social.

Un nicho ecológico y cultural es un área compacta y coherente, delimitada por interfacies cercanas y protegida del medio ambiente circunstante hostil de modo que logra desarrollar óptimamente su capacidad productiva y organizadora. Puede ser pequeño (un valle intramontano, un oasis) y, en el POA, incluso muy pequeño: las concentraciones humanas, la acumulación de excedentes, la irrigación sistemática, la actividad artesanal y los contactos comerciales pueden lograr en el POA un papel históricamente reseñable a partir de territorios diminutos. Un nicho pequeño pero bien protegido y dotado de interfacies puede ser un foco de desarrollo más eficaz que un nicho mayor pero menos compactado; el cual, a su vez, desempeñará mejor su papel cuando la red de comunicaciones sea más eficiente, la población esté más concentrada y las necesidades de recursos externos, agudizadas. El pequeño oasis de Jericó es un nicho óptimo para las dimensiones de estos fenómenos en el Neolítico; en la Edad del Hierro, un nicho con sentido será Asiria entera. Consecuencias. Así articulado interna y externamente en nichos, interfacies y fronteras, el POA adquiere una complejidad que consiente, por un lado, dar razón de la pluralidad de estrategias de desarrollo, de la mutabilidad del marco político y del continuo intercambio cultural; por otro, puede producir sensación de caos al observador e inducirlo a simplificaciones excesivas para explicar estos fenómenos de modo sintético, panorámico. Son muy antiguos los Òmapas mentalesÓ que explican el total como dotado de un núcleo y una periferia más árida y peligrosa, que lleva hacia el vacío final y que sirve para la procura de materias primas. Esta configuración ideal es muy antigua (ya se observa en Gudea de Lagash h. 2100) y pervive hoy, sólo que el núcleo actual se hace radicar en la llanura irrigada de la Baja Mesopotamia, simplificación inaceptable desde un punto de vista periférico. Cierto que los valles aluviales, cualquiera que sea su emplazamiento y tamaño, albergan la mayoría de los cultivos y asentamientos humanos, pero carecen de bosques (madera), pastos (lana), metales y piedra, recursos situados en las montañas y mesetas semiáridas que, a su vez, no pueden cobijar ciudades y campos irrigados. Entre ambos tipos de zonas se establece un intercambio desigual (recursos hacia los valles poblados, creaciones ideológicas hacia las periferias), pero conviene no perder de vista que el intercambio, aunque desigual, existe y opera eficazmente en ambas direcciones.

Población. Como principios generales pueden aceptarse éstos.
1) La tierra es superabundante respecto de la población.
2) La tierra se hace productiva por la disponibilidad de agua.
3) El trabajo humano (disponible en proporción con la demografía y en función del multiplicador organizativo) crea la infraestructura adecuada y la posterior explotación sistemática.
4) Todos los factores se condicionan mutuamente.
5) El proceso de expansión demográfica es lento y laborioso (ningún factor puede avanzar solo sin ÒesperarÓ a los demás), precario y reversible por la presencia, a veces mínima, de factores negativos.

Resistencia a las crisis. Depende del tamaño: una incidencia negativa puede aniquilar a una comunidad pequeña; la grande, más compleja estructuralmente, sobrevive mejor a una contingencia ocasional, pero está expuesta a más tipos de crisis (sobre todo en sus sectores no producores de alimento) y a colapsos más drásticos. También depende de las estrategias de desarrollo: El desarrollo lento y más seguro tiende a la conservación de lo obtenido; es típico de las pequeñas comunidades agropastoriles (aldeas, trashumancia) y toma como parámetro los picos bajos de la curva alterna anual de producción de alimento, renuncia a proyectos de desarrollo y conserva tendencialmente intacta su reserva de recursos (tierra y ganado). El desarrollo acelerado (típico de la ciudad y su sistema centralizado de excedentes y su especialización laboral) tiende a crecer y diversificar, empleando al máximo el producto disponible en cada momento y sobreexplotando los medios y fuerzas de producción (diezma los rebaños, irriga en demasía, cultiva sin reposo y saliniza y agota el suelo), exige flujos laborales y alimentarios que agotan la fuente y recurre a la guerra entendida como forma extrema de captación de recursos y ampliación del área de control. A este segundo modelo se deben las grandes realizaciones culturales del POA. Está, desde luego, más expuesto que al primero a colapsos dramáticos: las fases de desarrollo acelerado (urbano, políticamente dirigido y económica y militarmente agresivo) no pueden ser ilimitadas y, por ello, su crisis no es accidental, sino estructural, si bien deja asentadas las bases para nuevos momentos de desarrollo.

Fecundidad y poblamiento. Migraciones y lengua. Los picos de desarrollo del modelo rápido suelen estar bien atestiguados documentalmente. Los momentos "normales", de ritmo más modesto, no tanto. Se caracterizan por 1) la alta mortalidad infantil, que anula la alta natalidad; 2) baja media de vida (25-30 años) que reduce la fecundidad individual. (ÀTiene tiempo una pareja de engendrar al menos dos hijos que le sobrevivan?) La respuesta social es bajar la edad matrimonial femenina y combinar endo, exo, mono y poligamia. La mortalidad infantil, puerperal y epidémica no son controlables. Son crónicas la vida precaria, la malnutrición y las endemias (sobre todo gastrointestinales: agua de pozo o de río). El trabajo humano tiene por eso un rendimiento irrisorio en términos de hoy y sus realizaciones, por ello, enorme valor. El poblamiento es étnicamente más estable de lo que parece: la relevancia e influencia de las migraciones son más culturales que genéticas y a menudo opera a través de minorías rectoras muy activas cultural y políticamente e irrelevantes numéricamente. Grosso modo, las lenguas semíticas prevalecen en el interior del Creciente Fértil. En su lado convexo hay poblaciones indoeuropeas en Anatolia e Irán, que avanzan lentamente hacia el sur y ocupan el área intermedia ocupada por hablantes ni indoeuropeos ni semíticos: sumerios, elamitas, hurritas.

Cronografía.
1) Magistratura epónima (Asiria).
2) Nombre particular del año (Sumer y Babilonia hasta mediados del II milenio).
3) Número de orden desde la entronización (Babilonia desde los casitas). Para poder utilizar sus dataciones, los escribas asirios compilaron listas de epónimos y los sumerios y babilonios listas de nombres de años y reyes, por dinastías o acumulativas, hasta llegar a elaborar listas panmesopotámicas (lista real sumeria) o sincrónicas asiro-babilónicas. Pero se han perdido en gran parte, han llegado incompletas, con errores o con alteraciones por causas ideológicas. Así y todo, lo principal de la cronología mesopotámica desde mediados del III milenio es bastante seguro y tiene notable precisión desde el 1500 a. C.. Fecha de referencia general es el reinado de Hamurabi . La mayoría de los investigadores adopta la Òcronología mediaÓ (1792-1750 a. C.), frente a la ÒlargaÓ (1848-1806) o la ÒcortaÓ (1728-1696).


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