
Autora:
Jessica Nessim
Instituto
de Investigaciones Gino Germani, FSOC, UBA
Título: Cambios en
las leyes de familia coreanas: la abolición de hoju y hojeok
Introducción
La República de Corea, que hacia los años sesenta
era aún una sociedad esencialmente rural y campesina, atravesó
a partir de ese momento uno de los procesos más vertiginosos
de crecimiento económico que se dieron en el mundo, en el
marco de un proceso de industrialización y urbanización,
que necesariamente trajo aparejados una serie de profundos
cambios en las estructuras sociales y familiares.
En esta nueva
sociedad, se dieron desplazamientos desde el campo hacia
las áreas urbanas, la mujer se incorporó al mercado laboral y mejoró
notablemente su acceso a la educación. Sin embargo, estas
transformaciones se dieron en el marco de una sociedad patriarcal,
donde los preceptos morales confucianos se hallaban muy
arraigados en el orden tradicional, lo que comprometió a
la familia entre la occidentalización y el tradicionalismo.
En este contexto, la población coreana se vio expuesta en un corto plazo
al contacto e interacción con códigos culturales diferentes
a los propios, lo que habilitó la apropiación de nuevos
comportamientos. Sin embargo, aún hoy pueden percibirse
en los distintos aspectos de la vida social tensiones y
contradicciones entre la herencia cultural tradicional y
las nuevas creencias que se han ido incorporando.
Uno de los
aspectos que generó y genera gran controversia en ese sentido
es el sistema legal de jefe de familia (hoju) y el sistema
de registro familiar (hojeok), a los cuales nos referiremos
más adelante
Organización tradicional de la familia. El confucianismo
y la sociedad patriarcal
Tradicionalmente la familia coreana se organizaba
sobre la base de un sistema familiar patriarcal basado en
los preceptos confucianos. De
acuerdo con estos principios, la familia no era sólo la
unidad primaria de organización social, sino que constituía
la unidad básica de un sistema social estable y jerárquico.
Esta familia tradicional confuciana, patriarcal, patrilocal y patrilineal,
se organizaba sobre la base del respeto a la autoridad paterna,
y de la lealtad, obediencia y reverencia a los mayores,
virtudes principales de la piedad filial. Este es uno de
los aspectos centrales, y constituía según Confucio “la fuente de la virtud
y la raíz de la civilización”. La piedad filial, que es
el conjunto de obligaciones y responsabilidades hacia los
padres durante su vida y, luego de esta, a través
del luto y de los ritos, era considerada la conducta
humana moralmente más importante. Es decir, implicaba la obligación
de obediencia y devoción, y también al culto a los ancestros.
La ética confuciana, entonces, demandaba obediencia y total devoción
del hijo hacia el padre, del joven al adulto, de la mujer
al varón, del individuo al soberano. El individuo se debía
así a su familia, de acuerdo a las jerarquías claramente
instituidas dentro de la familia.
En la familia confuciana ocupaba un lugar central
el rol de jefe de la familia, la autoridad más importante
dentro de la misma y quien ejercía un control absoluto sobre
los demás miembros.
En contraposición a la importancia revestida
por los hombres, estos patrones de organización relegaban
a las mujeres al ámbito doméstico, y las dejaban prácticamente
sin acceso a la educación. Esto se relacionaba con el ideal
confuciano que planteaba una separación entre hombres y
mujeres, a través de la cual el hombre era quien salía afuera
de la casa a trabajar, mientras que la mujer permanecía
ocupándose de las tareas de hogar, tales como cocinar,
limpiar y ocuparse los niños.
Para las mujeres, el matrimonio era el rito
de pasaje más importante de sus vidas, y debía ser seguido
inmediatamente por un embarazo, como una consecuencia lógica
e inescindible, en cumplimiento de su rol socio cultural.
Siguiendo este patrón, las mujeres se definían básicamente
por su status reproductivo, ya que tener un hijo era lo
que les daba identidad dentro y fuera de la familia. De
hecho, la mayor oportunidad de la mujer para ganar una mejor
posición en la familia surgía sólo cuando daba a luz a un hijo varón. Siguiendo esta misma lógica, el matrimonio era una cuestión familiar que se
negociaba entre los jefes de cada familia involucrada.
Sin embargo, las nuevas condiciones de vida hacían cada vez
más difícil la conservación de varios aspectos de la organización
familiar tradicional. No obstante, esto no significa que
los valores confucianos no subsistieron en la
Corea moderna, ya que los mismos ya habían
quedado profundamente arraigados en la sociedad coreana
y la adherencia a sus normas formaba parte de su identidad.
Esta influencia, asimismo, persiste hasta la actualidad,
a pesar de los cambios mencionados. La estabilidad y la
unión de la familia siguen siendo factores centrales de
la organización social, ya que la ideología confuciana y
sus consideraciones sobre los roles de genero siguen siendo
parte intrínseca de la sociedad coreana, y son reflejadas
incluso por las mismas leyes de familia.
Todo esto puede aun ser claramente percibido en distintos aspectos
de la sociedad, y por supuesto también en lo que tiene que
ver con la familia y sus lógicas de funcionamiento.
El sistema de registro
y de jefe de familia
En
el Derecho Civil Coreano, la “Familia” (ga) está conformada
por el jefe de la familia y los miembros de la misma. Este
jefe de familia es denominado “hoju” y es considerado la
figura central de la misma. (Sang-Hyun Jung). Esto se basa
en los arts 789, 779 y 984 del Código Civil, que entre varias
prerrogativas, designan al hombre mayor como jefe de la
familia y clasifican a su cónyuge y a sus hijos como miembros
de la misma (ver Lee, 2001:1).
Este
sistema de “jefe de familia” (hoju), impuesto por Japón durante
la ocupación (Lee 2001, Sang-Hyun
Jung) constituía un sistema jurídico único en su tipo, que
otorgaba una gran cantidad de derechos al jefe de la familia
por sobre los demás miembros de misma
Siguiendo esa lógica, el hombre mayor
de la familia se constituía en jefe jurídico de la misma,
y por lo tanto, de todos sus miembros. En ese sentido, la
situación de cada uno de ellos se definía en términos de
su relación con el hoju.
Por lo tanto, se trataba no sólo de la
identificación del jefe de familia, sino que regulaba asimismo
todas las relaciones familiares, como las relaciones entre
marido y mujer, entre padres e hijos, y entre demás familiares.
Por ejemplo, al morir el padre
(generalmente el jefe de familia) era sucedido por su hijo
mayor, y no por su esposa.
Por su parte,
el sistema de registro de familia tradicional en Corea, era un sistema de registro que definía el status de cada
miembro de la familia en relación al jefe de la misma. En
el marco de este sistema, acontecimientos centrales de la
vida de las personas como podrían ser nacimientos, defunciones
o matrimonios son anotados en el registro de familia llamado,
hojeok. Los registros
se ingresaban de acuerdo a la relación de cada miembro de
la familia con el jefe patriarcal (hijo
de, esposa de, madre de, etc). Los niños debían llevar,
de acuerdo al sistema, siempre el apellido paterno. En caso
de un divorcio o nuevo matrimonio, una mujer no podía registrar
a sus hijos en su registro de familia o transmitir su apellido
a la siguiente generación (Yang 2002).
En el caso específico
de las mujeres y el sistema de registro, luego del casamiento,
eran retiradas del registro familiar (hojeok)
de su padre para pasar directamente al de su marido.
Respecto de los hijos, al nacer quedaban automáticamente
incorporados al hojeok del padre. Por ejemplo, en caso
de una pareja que se divorciaba, y aunque la madre mantuviera
la custodia legal de los hijos, los mismos debían permanecer
en el registro de su padre, a menos que éste autorizara expresamente
la transferencia.
Este
sistema data de finales de los años cincuenta, cuando
se creó el Código Civil Coreano, e incluso en aquel momento
existieron ya discusiones respecto de si debía o no incluírselo
en la legislación, como consecuencia de los cuestionamientos
y los conflictos “en torno a las influencias coloniales,
la “tradición”, y el
cambio social moderno” (Yang 2002).
Pero a pesar de esas críticas y varios intentos de revisión,
el sistema, profundamente arraigado en la sociedad, se mantuvo
vigente desde entonces. El mismo siempre fue muy defendido
sobretodo por los confucianos, hombres mayores, y grupos
conservadores tradicionales, quienes sostenían que este
sistema era un remanente simbólico de la familia tradicional
y por ello debería mantenerse, ya que además podría ir en
contra de la arraigada solidaridad familiar. Por el contrario,
quienes luchaban por su abolición, lo hacían en nombre de
las nuevas ideas sociales, la igualdad de género, y la democracia.
Por otro lado, uno de los autores, Lee (2001) señala que
el sistema no es una práctica tradicional puramente
coreana sino que fue instituida por Japón durante su dominio
colonial (1910-45) “El término hoju,
o jefe de familia, fue utilizado sólo durante el período
de dominio colonial japonés. Durante el período de la dinastía
Joseon, a los jefes de familia se los denominaba juho, o hosu”. El autor entiende que sí bien
es cierto que la sociedad tradicional coreana utilizó un
sistema de registros y representantes familiares como elemento
de una sociedad gobernada por una ideología confuciana con
un rígido sistema patriarcal, el sistema que rigió luego
en Corea era distinto y estaba profundamente enraizado en
la ideología japonesa.
Siguiendo
la definición de Yang (2007: 52), el sistema de jefe de
familia fue una institución familiar, que ejerció enorme
influencia en la familia y en la sociedad, regulando prácticamente
cada relación legal dentro de la familia, a través de la
designación de un “jefe de familia” (como dijimos, un hombre-adulto,
o el hermano mayor del anterior “jefe de familia”) que representaba
a la familia toda. A través de este sistema la institución
logró fuertes efectos sociales, en el sentido que definió
los lazos de la familia, y otorgó un derecho natural de
ser jefe de familia a cada hombre coreano, mientras que
estableció un status menor para la mujer.
Este
sistema, y el sistema familiar de registro, cumplieron un
rol central identificación de las personas coreanas, ya
sea como jefes o miembros de una determinada familia, ya
que los mismos constituían el sistema público de identificación.
De
acuerdo a lo señalado por Yang, (2007:75) “El sistema legaliza
la sucesión patrilineal del nombre familiar, el registro
familiar, el matrimonio patrilocal, y la representación
de las familias a través del patriarca. El sistema tiene
considerables desventajas para las mujeres divorciadas o
casadas en segundas nupcias. Asimismo, define la normalidad
de la familia, considerando al creciente número de familias
monoparentales, los concubinos, etc. como ‘anormales’”.
Antecedentes y abolición
de hoju y hojeok
Las transformaciones del sistema familiar tradicional
coreano se debieron, en un primer momento, a las políticas
de modernización llevadas adelante por los gobiernos militares
en los años sesenta. En este marco se lanzó, por ejemplo,
el Programa de Planificación Familiar de comienzos de los
sesenta y la reforma del año 1969 de la “Carta de las Ceremonias
Familiares”.
La instauración de dichas políticas estuvo enmarcada
en un proceso mayor de modernización
que se había orientado esencialmente hacia la occidentalización
e implicó un intento de extinción del pasado (Nessim, 2007).
Como señala Mera (2007:
111), tales cambios tendían a “desarticular o reformar
algunas tradiciones milenarias como el confucianismo, el
budismo y otras corrientes de pensamiento tradicional, consideradas
desde entonces como supersticiosas y negativas para el crecimiento
del país. Modernización se homologó cada vez más a occidentalización.
Muchos autores acuerdan en llamar a este proceso la “americanización”
de Corea del Sur (Kim Il Soo 1981; Park Kyeyoung 1999).”
Estas nuevas tendencias ideológicas tuvieron
influencia en la organización social, y generaron cambios
en la dinámica de las relaciones familiares y sociales.
Asimismo, el contacto y la interacción con otros códigos
culturales diferentes a los propios habilitaron la apropiación
de nuevos comportamientos. A través de estos procesos, se
fue propiciando el surgimiento de un mayor individualismo
en el marco del pasaje de la familia extendida a la familia
nuclear. A su vez, se dio el crecimiento de una clase media
con orientación a nuevos consumos, cambios en el rol de
la mujer y en su acceso a la educación, y en los desplazamientos
de personas desde el campo hacia las áreas urbanas, entre
otros (Mera 2007 y Choe Jaek Sok 1963).
En este marco,
la sociedad coreana experimentó en los años ochenta profundos
cambios en su sistema familiar, en parte como consecuencia
de la incorporación de esos nuevos valores, lo que trajo
aparejado cambios tales como una mayor desintegración de
las familias, notables aumentos en las tasas de divorcios y bajas en las tasas de fertilidad, entre otros.
A partir de ese momento, los cambios, sobre todo en la legislación y en
lo relacionado a cuestiones de género, fueron impulsados
por movimientos de mujeres, que empezaron a organizarse
hacia mediados de los años ochenta. Luego, ya
durante los noventa hubo nuevamente varios cambios
revolucionarios respecto a la posición de la mujer dentro
del sistema legal coreano.
La Ley
de la Familia
fue en parte revisada en 1990 y se modificaron, por ejemplo,
las leyes de herencia a través de las cuales las mujeres
casadas tenían derecho a una porción menor de la herencia
que los hombres (Lee, 2001). Luego también se dictaron,
o revisaron, varias leyes, como por ejemplo la ley de violencia
familiar (1997), acoso sexual (2000) de políticas de protección
para la maternidad en los lugares de trabajo (2001) entre
otras (Shim, 2007).
Sin
embargo, las áreas de mayor controversia, que fueron siempre
las cuestiones relacionadas con el sistema de jefe de familia
(como así también la prohibición del matrimonio entre quienes
tenían igual apellido y ancestros comunes) permanecían, a pesar del paso del tiempo,
sin ser sometidos a revisiones o reformas.
Asimismo, los contrastes existentes
entre el Código Civil Coreano y otros cuerpos legales vigentes,
reflejaban también la tensión que aún existía entre la tradición
y los compromisos de la modernidad y la globalización.
Si bien desde su creación a finales de los años cincuenta el derecho de familia coreano había atravesado diversas
revisiones que buscaron aportar al cambio en los patrones de las relaciones de poder entre el
hombre y la mujer, lo cierto es que las cuestiones de género
en sociedades patriarcales como la coreana seguían suscitando
tensiones y contradicciones.
Como
ejemplo de esto, podemos citar
las discrepancias entre el Código Civil Coreano y
algunos artículos de la Convención de las
Naciones Unidas sobre la eliminación de todas las Formas
de Discriminación contra la
Mujer (CEDAW), ratificada por Corea en
el año 1985 (Yang, 2002), o con la misma constitución coreana,
que garantiza en su texto la igualdad de género y, por ejemplo, en su articulo 36 inciso 1, establece
que “el matrimonio y la vida familiar se sustentarán sobre
la base de la dignidad individual y la igualdad de los sexos.”
Incluso la Comisión de Derechos Humanos de la ONU recomendó la abolición total
del sistema de jefe de familia, por entender que el mismo
“refleja y al mismo tiempo refuerza una sociedad patriarcal
en la que las mujeres son relegadas para jugar un rol subyugado
al del hombre” (Lee, 2001).
De acuerdo a Yang (2002) durante los años noventa “… la crítica y las alternativas a la institución
de la familia patriarcal fueron sistematizadas a través
de una serie de reformas. Pero recién a fines de los noventa,
un movimiento social que bregaba por la reforma jurídica
del sistema de jefes de familia empezó a surgir”.
Como señalamos, la ley de familia de Corea se concentra en los
libros cuatro y cinco del Código Civil, y las últimas reformas
que se llevaron adelante sobre los mismos datan del mes
de marzo de 2005, y a través de ellas comenzó de la abolición
del sistema de jefe de familia, cuya supresión entró en
vigencia recién el 1 de enero de 2008.
El
comienzo de este cambio surgió a partir del momento en que
la Corte Suprema Coreana
se expidió, con fecha 3 de febrero de 2005, respecto a la
inconstitucionalidad del sistema de jefe de familia, por
violar el derecho constitucional a la igualdad de género.
Tiempo
después, en una sesión plenaria celebrada el día 2 de marzo,
la Asamblea Nacional aprobó la propuesta de revisión de
la ley civil, en la cual el Sistema de Registro Familiar
quedaba suprimido, y se eliminaban las previsiones respecto
al jefe de familia.
El
proyecto de ley fue aprobado por 235 legisladores de los
296, con 58 votos contrarios y 16 abstenciones.
Como
señala Yang (2007:51) “Con esto, cincuenta años de movimientos
para la revisión y abolición del sistema de jefe de familia
habían dados su frutos. La noción patrilineal había desaparecido
del Código Civil Coreano”
El nuevo sistema de registro
El
sistema que rigió en Corea durante casi cincuenta anos,
será sustituido a partir de ahora por una individualización
de los sistemas de registro, es decir, que se transformará
en un sistema de registro individual, a diferencia del anterior
basado en el hogar.
Cada miembro estará ahora separado del jefe de la familia, a través de un
libro de registro individual.
Con el nuevo sistema, el concepto
de hoju quedará
descartado, al igual que el de hojeok.
Cada miembro será anotado bajo su propio registro individual,
que contendrá la información sobre su nacimiento, defunción,
matrimonio y, de ser necesario, adopción, junto con información
básica sobre su cónyuge, padres e hijos.
En lugar de hojeok, que era un único certificado, pero incluía diversos datos
personales, a partir de estos cambios se expedirán cinco
certificados diferentes, cada uno con registros específicos.
Además, con
el nuevo sistema de registro, tanto una mujer como
un hombre pueden tener su propio registro como ciudadano,
y los niños ya no podrán convertirse en jefes de hogar.
Asimismo, los niños ya no estarán obligados a usar el
apellido del padre y podrán optar por utilizar el de la
madre, con el mutuo acuerdo de ambos progenitores en el momento de
la inscripción del matrimonio.
Asimismo, permitirá a los niños cambiar su apellido,
con la conformidad de sus padrastros, y con autorización
de un tribunal, aun sin acuerdo del padre biológico.
De
acuerdo a lo expresado por la misma Corte Suprema Coreana
“el espíritu de la nueva ley consiste en materializar la
filosofía constitucional de la dignidad individual y la
igualdad de género. (…) La noción de “domicilio permanente”,
que es la dirección registrada en el registro de familia
representado por el jefe del hogar, se suprimirá y el individuo
será libre de elegir “la dirección base para el registro”
.
Conclusión
Con la abolición
del sistema tradicional de registro y de jefe de familia,
la institución de la familia patriarcal
pierde fuerza en Corea.
La importancia
de la familia como institución sociopolítica hizo que las
leyes sobre la misma fueran esenciales para asegurar su
continuidad, pero también para definir sus límites y su
identidad en la nueva sociedad moderna.
Si bien la tradición
confuciana respecto de la familia sigue siendo relevante
en la sociedad coreana, la incorporación de nuevos códigos
culturales hizo que, lentamente, algunas cuestiones se fueran
dejando de lado.
Estos cambios
influyen en forma profunda y manifiesta sobre los roles
de género e incluso sobre las relaciones de poder en la
sociedad, y no debemos dejar de tener en cuenta los aspectos
y relaciones culturales, políticas y sociales involucrados.
Más aún teniendo en cuenta las características particulares
de la sociedad coreana, donde los cambios se dieron en forma
muy rápida y en un contexto donde los roles y las lógicas
de funcionamiento intra-familiares tienen influencia en
variados aspectos de la vida social.
Por ello, al analizar estos
cambios en la legislación relacionada con la familia, no
puede ignorarse la influencia de la globalización y de la
incorporación de estos nuevos valores culturales. Asimismo,
tampoco podemos dejar de tener en cuenta las tensiones que
las nuevas disposiciones legales implican para las relaciones
tradicionales de género, el concepto nacional de familia,
y para la misma identidad coreana.
-
Choi Syn-Duk
“Social change and the Korean family” Korea Journal, 1975 15:11, p. 4-13
-
Choe Jae-Sok
“Process of change in Korean Family life” Korea Journal, 1963 3:10 p.10-15
-
Lee, Suk-Tae (2001) “Problems wirh Korea’s Family ‘Headship’ System”, KoreaFocus-
Vol. 9, Nº 6. Seoul: The
Korea Foundation.
-
Mera, Carolina. “Reflexiones acerca de los cambios en la
mujer coreana: Corea y Argentina” en Encuentro de Estudios
Coreanos en América Latina, Mera Carolina (comp.) Buenos
Aires: Editorial Al Margen, 2004, pp 65-89
-
Mera Carolina (2007) “Globalización e Identidades Migrantes. Corea y su Diáspora en la Argentina” Tesis doctoral, Universidad de Buenos Aires,
Argentina (en prensa)
-
Nessim, Jessica (2007) "Matrimonio en Corea. Conflicto,
Tradición y Modernidad". En J. Di Masi y M. M. Crisconio
(comps.). Corea y Argentina: percepciones mutuas desde una
perspectiva regional, La
Plata: Asociación Argentina de Estudios
Coreanos.