LAS CASAS DE MONEDA  ESPAÑOLAS EN AMÉRICA DEL SUR

 

IV.- El final del poder español en Sud América

 

Buenos Aires en Potosí

 

 

         Durante la Guerra de Independencia los ejércitos de Buenos Aires marcharon en tres oportunidades al Alto Perú, que desde 1776 había pasado a formar parte del Virreinato del Río de la Plata. Los argentinos querían controlar esa parte de su territorio tan importante para su economía por lo que significaban los filones e plata de Potosí, más aún conocedores de los deseos independentistas del territorio mostrados en el levantamiento del patriota Domingo Murillo en 1809.

 

         En el mencionado año de 1809 los disturbios desarrollados en Chuquisaca  hicieron que los patios de la casa de moneda de Potosí se convirtieron en cuarteles donde, ante el temor de un incremento de la actividad de los patriotas, se refugiaron los ejércitos del rey.

 

         Luego de la muerte de Murillo expresando desde el patíbulo su frase inmortal, "No apagarán la tea que he encendido", no volvió la paz a las Charcas.  Al mismo tiempo que se producían los levantamientos en el Alto Perú, los argentinos depusieron a las autoridades peninsulares y establecieron un gobierno criollo, el cual consideró impostergable apoyar a los patriotas de esa parte alejada de su territorio, para lo cual Buenos Aires envió una misión militar encabezada por el abogado Juan José Castelli asistido por los generales Balcarce y Díaz Vélez.

 

         Mientras las tropas del rey se preparaban para hacer frente a los insurgentes rioplatenses, un levantamiento en Cochabamba se sumó a los que se habían producido en La Paz y en Chuquisaca, y proclamó la independencia.  Ante este hecho las fuerzas realistas, al mando del brigadier José Manuel de Goyeneche se vieron forzadas a distraer su atención de los avances de Buenos Aires, cuyas fuerzas pudieron así vencerlos en los campos de Suipacha y Aroma en noviembre de 1810.

 

         A medida que crecía el movimiento independentista las ciudades altoperuanas fueron adhiriéndose al gobierno de Buenos Aires, y desconociendo al gobierno virreinal de Lima.  La llegada de Castelli a Potosí fue recibida con júbilo y entusiasmo por la población pero pronto los excesos cometidos por el bonaerense, entre los que destacaron los fusilamientos del gobernador Saenz, del presidente de la Audiencia de Charcas, mariscal Nieto y del coronel Córdova, por haberse negado a jurar obediencia al gobierno de Buenos Aires, considero sus actos como crueldades inútiles.  Don Francisco de Paula Saenz, además de gobernador de la intendencia, era superintendente de la Real Casa de Moneda, y fue justamente en este edificio donde fueron detenidos los tres oficiales reales y de donde, más tarde, salió el piquete de fusilamiento que terminó con sus vidas en la Plaza del Regocijo. 

 

         El nombre de Castelli se fue haciendo odioso día a día.  A los errores y abusos ya cometidos se sumaron las disposiciones que éste dictó, por medio de las cuales se adueñaron de los dineros de las Cajas Reales de Potosí, que pasaron "a los fondos de la revolución".  La fama de Castelli decayó aún más al pasar a Chuquisaca donde también confiscó los fondos de la ciudad, y luego por llegar a La Paz durante las celebraciones de la Semana Santa "dando a los fieles la impresión de un hombre desprovisto de sentimientos religiosos y, por tanto, dejado de la mano de Dios" [1]        

 

          El 20 de julio de 1811 en las cercanías del puerto lacustre de Huaqui, el general Goyeneche, aprovechando un armisticio de cuarenta días, cayó sobre los bonaerenses y destruyó sus tropas tras lo cual Castelli tuvo que replegarse hasta Buenos Aires, mientras que el general Díaz Vélez, a la cabeza de 800 hombres se refugió momentáneamente en Potosí, para luego seguir a Cochabamba donde aún quedaba algo del movimiento revolucionario.  Pueyredón quedó en la Villa Imperial con el encargo de agrupar a las tropas dispersas por la derrota.  Estas tropas cometieron nuevos abusos pretendiendo cubrir sus necesidades a costa de una población que desde los excesos de Castelli se había vuelto hostil, pero:

 

"...sus abusos sólo sirvieron para exasperar la paciencia de los potosinos que levantándose en masa el 5 de agosto (de 1811) defendieron el resto de sus caudales que pretendían llevarse los argentinos, asesinando a los soldados, sin miramientos, y haciendo una cruel carnicería en sus filas." [2]

 

         Durante la primera ocupación de los argentinos a Potosí, no se acuñaron en la ceca monedas de tipo alguno que dejase constancia de su presencia.     

 

         En 1812 el ejército real comandado por Pío Tristán y encargado por Goyeneche de atacar a los argentinos y establecer contacto con las autoridades españolas de Montevideo, fue derrotado en Tucumán el 24 de setiembre y en Salta el 17 de febrero del año siguiente por el general Manuel Belgrano, iniciándose así el segundo avance bonaerense sobre el Alto Perú.  Belgrano había sido enviado a las Charcas para fomentar el espíritu de revuelta que se encontraba latente, y para "borrar con su conducta las huellas de odio y resentimiento dejadas por el primer ejército argentino de Castelli." [3]

 

         Como ya se mencionó, Belgrano venció a Tristán primero en Tucumán y luego en Salta, por lo que Goyeneche pidió su cambio al virrey Abascal, quien envió en su reemplazo al general Joaquín de la Pezuela.

 

         Por su parte Belgrano, luego de sus triunfos, entró con sus tropas a Potosí el 7 de mayo de 1813 y dictó las disposiciones necesarias para tranquilizar a la población, haciendo conocer un bando militar que obligaba a sus soldados a respetar las costumbres y creencias de los potosinos.  Una vez establecido el Cuartel General patriota en la Villa, se ocupó Belgrano de organizar la administración y hacienda, y así, "la Casa de Moneda fue el primer objeto de sus atenciones y desvelos." [4] Efectivamente Belgrano puso mucho celo en el cumplimiento del bando, y su presencia en el Alto Perú fue, por la cordura de este jefe excepcional, todo lo positiva para la causa de la Revolución Americana que no había sido la presencia de su antecesor.  Así:

 

"Potosí volvió a manos de los patriotas pasajeramente, pero el tiempo necesario para que sus instituciones, saqueadas por Goyeneche, regresaran a su función.  Belgrano restituyó al Banco dinero que trajera de Salta, para que el Banco continuara su obra.  Hizo de la Casa de Moneda un severo instituto emisor, porque de ello dependía la fortuna de la gesta revolucionaria." [5]

 

         Durante el inicio de la ocupación argentina la ceca siguió acuñando monedas con las improntas españolas, pero la Soberana Asamblea General Constituyente de Buenos Aires, en su sesión del 13 de abril de 1813, dispuso que se comunicase al superintendente de la Casa de Moneda de Potosí para que se acuñasen monedas con la misma ley y peso que tenían las monedas fabricadas hasta entonces a nombre del rey Fernando, pero con los símbolos adecuados al nuevo estado, que eran, según la mencionada disposición los siguientes:

 

"La moneda de plata que de aquí en adelante debe acuñarse en la Casa de Moneda de Potosí, tendrá por una parte el sello de la Asamblea General, quitado el sol que lo encabeza, y un letrero alrededor que diga, PROVINCIAS DEL RIO DE LA PLATA; por el reverso un sol que ocupe todo el centro, y alrededor la inscripción siguiente, EN UNION Y LIBERTAD, debiendo además llevar todos los otros signos que expresan el nombre de los ensayadores, lugar de su amonedación, año y valor de la moneda y demás que han contenido las expresadas.  Moneda de Oro.- Lo mismo que la de plata con solo la diferencia que al pie de la pica, y bajo las manos que la afianzan se esculpan trofeos militares consistentes en dos banderas de cada lado, dos cañones cruzados y un tambor al pie..." [6]

 

            El 27 de abril de 1813 salió de Buenos Aires el correo a Potosí con el texto de la ley que creaba la nueva moneda, y el 22 de julio siguiente ya se conocían en la capital platense las piezas acuñadas con las armas patriotas. El licenciado Cunietti-Ferrando, en base a documentación que ha tenido en su poder, y haciendo cálculos sobre los tiempos de viaje así como necesario para preparar los punzones y proceder a la fabricación, considera que el 22 de junio se pusieron en circulación las primeras monedas patriotas acuñadas en Potosí. [7]  Las mencionadas monedas de 1813 a nombre de las Provincias Unidas fueron producidas en valores de medio real a ocho reales de plata, y de uno y ocho Escudos de oro.

 

         Preocupado de la administración, Belgrano descuidó la guerra y dio tiempo a que las tropas de Pezuela, sin ser hostigadas, se fortalecieran dando pie así a que, primero en Vilcapujio el 1 de octubre y luego en Ayohuma el 14 de noviembre pudiesen vencer a las tropas patriotas. Belgrano, entonces, tuvo que iniciar la retirada poniendo fin a la segunda incursión bonaerense al Alto Perú.   El 16 de noviembre, en su repliegue, entraron los expedicionarios patriotas a Potosí y fueron directamente a la ceca donde se guardaban los víveres y la ropa.  Estaban cansados, hambrientos y desmoralizados.  Por el momento se habían perdido  Las Charcas. En esa situación, Belgrano ordenó que se distribuyesen los bastimentos y vestuarios que se encontraban en la fábrica de moneda y dos días después de su llegada, el 18, las tropas de Buenos Aires se retiraron de Potosí.

 

         A fin de evitar que la Casa de Moneda cayese en manos de los realistas, el general en jefe dispuso que se hiciese volar el edificio, y para ello se acumuló toda la pólvora que las tropas no podían llevar con ellos, e instaló una mecha lo suficientemente larga como para que la explosión se produjese cuando todos estuviesen a salvo.  Se considera que la cantidad de pólvora de que se dispuso era suficiente para volar no sólo la ceca sino parte de la ciudad.  Los habitantes de la Villa, sin embargo, más que preocuparse por el daño a la urbe, estaban perplejos ante el sacrilegio de hacer desaparecer el más lucido edificio, que con el Cerro Rico, eran los símbolos tradicionales de la grandeza de Potosí.

 

         Todo estaba preparado para la explosión.  El último de los soldados en salir debía encender la mecha que se había trenzado especialmente para el efecto.  Afortunadamente un soldado mendocino, de apellido Anglada, evitó la destrucción.  Si cortó la mecha como opinan algunos o si desapareció con la llave como indican otros,  es irrelevante. [8]  El capitán Luna, de las fuerzas patriotas, al caer en cuenta que se había detenido el fuego de la mecha intentó regresar con algunos de sus hombres para asegurarse de que la pólvora cumpliese su cometido, pero no pudo llegar hasta la ceca porque se lo impidió el pueblo potosino.

 

         La tercera campaña de los bonaerenses al Alto Perú fue encargada al general José Rondeau quien, luego de reclutar nuevas fuerzas, inició su avance.  Es preciso anotar que la situación era propicia para las fuerzas independientes y Rondeau encontró que:

 

"…sus propósitos fueron facilitados porque la guarnición de Montevideo y la escuadra española que bloqueaba Buenos Aires, habían sido sometidos por los independientes; y Pezuela, por cautela, había abandonado Salta, hasta donde había avanzado en su progresión contra los independientes. [9]

 

            Rondeau, confiado, avanzó hasta Potosí, ciudad que tomó sin problemas y luego salió en busca de Pezuela, pero el general español, con una hábil maniobra lo sorprendió derrotándolo el 28 de noviembre de 1815 en la batalla de Sipe-Sipe o Viluma, dispersando a las tropas del Río de la Plata.  Fue a partir de este momento que el general José de San Martín comprendió que la desestabilización de las fuerzas de rey acantonadas en Lima y por ende la libertad del Perú sólo se podría lograr a través de Chile y no por el Alto Perú. 

        

         Durante la permanencia del ejército de Rondeau en Potosí al igual que durante la incursión de Belgrano, la ceca de la Villa acuñó monedas con los símbolos de Buenos Aires.  En esta oportunidad, sin embargo, sólo se acuñaron piezas de plata, pero estas se hicieron en dos series, la primera desde medio real hasta ocho reales, y la otra desde medio sol hasta 8 soles, denominación esta con la que quisieron los patriotas romper los lazos con la antigua moneda colonial.

 

         Antes de terminar el tema de las monedas acuñadas en Potosí por el gobierno de Buenos Aires es preciso mencionar que en Chile, a causa de la limitada producción de su ceca, se usaban desde siempre las monedas potosinas y limeñas que, por ser de la misma ley, peso y estampa que las propias, circulaban libremente.  Es así como al producirse las acuñaciones de 1813, el gobierno independiente de Chile decretó el 7 de setiembre de 1813 que:

 

"Las monedas recientemente acuñadas en la casa de Potosí con los signos característicos de la Libertad y Unión de las Provincias del Río de la Plata, circularán y serán admitidas en el Estado de Chile, con el mismo valor legal y corriente que las de igual clase del antiguo cuño, por tener la propia ley y peso, según resulta de los reconocimientos practicados, y en consideración a la última alianza, recíprocos intereses y relaciones que unen ambas potencias. [10]

 

         Posteriormente, el 29 de marzo de 1833, a causa de la confusión que había con las monedas argentinas de baja ley acuñadas en La Rioja, se dispuso que las piezas de Potosí hechas por el gobierno de Buenos Aires fuesen reselladas con el escudo chileno, consistente entonces de tres volcanes de los cuales el central está en erupción, y bajo estos las letras "san", correspondiendo al único lugar donde se podían efectuar los resellos que era la ciudad de Santiago.

 

 

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[1].- Arguedas, Alcides. Historia general de Bolivia. La Paz, 1980. p.40.

[2].- Ibid p.41.

[3].- Ibid p.43.

[4].- Burzio, Humberto F. Ob. cit. Buenos Aires, 1945. p.187.

[5].- Vignale, Pedro Juan. La Casa Real de Moneda de Potosí. Edit. Albatros. Buenos Aires, 1944. p.60.

[6].- Burzio, Humberto. Ob. cit. Buenos Aires 1945. p.188. nota 1. Trascripción completa.

[7].- Cunietti-Ferrando, Arnaldo. Ob. cit. Buenos Aires, Agosto 1980. p.25.

[8].- Julio M. Benavides en su Historia de la moneda en Bolivia. (1972 p.29) indica: "El soldado mendocino Anglada había desaparecido con la llave", mientras que Luís Alfonso Fernández en su La real Casa de la Moneda. (1979. p.91) indica: "Un oficial rebelde desconocido hasta entonces y de apellido Anglada, cortó la mecha fatal salvando al magnífico edificio de un daño irreparable".  Pedro Juan Vignale, siempre poético, el su La Casa Real de Moneda de Potosí (1944 p.61) comenta el momento diciendo: "Dolían los cuellos de tanto girar la cabeza.  La llama ya debió estar en los barriles, sin embargo. Algo pasó. Había desertado Anglada."   

[9].- Roel Pineda, Virgilio. Conatos, levantamientos, campañas e ideología de la independencia. Historia del Perú. tomo VI. Edit. Mejia Baca. Lima, 1980. p.109.

[10].- Derman, Alberto J.  Contramarcas chilenas sobre monedas argentinas. Cuadernos de Numismática y Ciencias Históricas. Tomo VII, N° 25. Buenos Aires,  agosto 1980. p.1.