LAS CASAS DE MONEDA ESPAÑOLAS EN AMÉRICA DEL SUR
IV.- El final del poder español en Sud América
Las acuñaciones limeñas de Fernando VII en 1824
Una nueva incursión realista a Lima volvió a dejar la ciudad en manos del ejército español el 29 de febrero de 1824. El descontento de algunas tropas que se encontraban en el Real Felipe, en el Callao, hizo que, encabezados por el sargento rioplatense Dámaso Moyano, se levantaran en la noche del 4 de febrero a favor del rey, y que luego de algunas conversaciones izaran, dos días más tarde, el pabellón español sobre la fortaleza, y procediesen a nombrar como jefe de la plaza al coronel José Casariego, que se encontraba allí prisionero.
Acto seguido los traidores del Callao avisaron al general Canterac, que se encontraba en Huancayo, quien, sin dilación, envió al general José Ramón Rodil y otros oficiales sobre la capital. Si bien las fuerzas patriotas inicialmente se parapetaron para la defensa, luego recibieron órdenes terminantes de Bolívar y se decidieron a abandonar la ciudad. El 24 de febrero el general Mariano Necochea dispuso la evacuación de Lima, pero antes: "…con autorización del gobierno eclesiástico se extrajo de las iglesias el oro y la plata que no eran necesarios para el culto; de los cuarteles, de la aduana y de la Casa de Moneda se sacó cuanto se pudo." [1]
El 27 de febrero salieron las fuerzas patriotas y dos días después hicieron su ingreso las fuerzas españolas al mando de los generales, Rodil, Landázuri y Ramírez. La presencia de los ejércitos del rey no se prolongó sino hasta el 18 de marzo, fecha en la que iniciaron la retirada hacia la sierra por la inseguridad que hubiese significado pasar nuevamente el Cuartel General a Lima y por la insurrección de Olañeta en el Alto Perú. El gobierno de la ciudad fue entregado al Conde de Villar de Fuentes, y el general Rodil quedó al mando de los Castillos del Callao, desde donde tenía también que "imponer orden español público a los 60,000 habitantes de Lima y 20,000 diseminados en 18 leguas de terreno arenoso, que no eran españoles." [2]
Rodil consideraba que la situación de pobreza en que se encontraba la capital hacía necesario el restablecimiento de la Casa de Moneda que los patriotas habían dejado, según sus palabras, "arruinada y extraviados su útiles antes de su repliegue" [3] Para lograr sus deseos el general tuvo que fabricar nuevas herramientas, tras lo cual dio un bando el 30 de abril, con la finalidad de atraer los metales acuñables a la ceca. Su bando debió tener poco éxito porque el 6 de mayo siguiente tuvo que hacer publicar uno nuevo ordenando que toda la "plata piña" que hubiese en El Callao, Lima y alrededores, debía ser llevada a vender a la Casa de Moneda en un término de dos días luego del cual sería decomisada. Finalmente la ceca comenzó a amonedar el día 12 de mayo, dato que anotó el general en su memoria.
En cuanto a la moneda de "Perú Libre", el bando del 30 de abril dice en su quinto artículo:
"También se prohíbe el círculo de lo amonedado en el tiempo del gobierno revolucionario, y los que tengan que resellarlo ocurrirán al señor Superintendente de la Casa de Moneda para que se verifique conforme a las leyes y demás seguridades que estime conveniente, prefijándose el término de ocho días hasta el cual podrá regir, y no más so pena de comiso." [4]
Los resellos mencionados en el bando de Rodil fueron de dos tipos. Una parte de las piezas de ocho reales de "Perú Libre" recibieron el cuño de Fernando VII con la fecha 1824. En estas, tal vez por la celeridad con la que hubo de efectuarse el trabajo para satisfacer las necesidades de la circulación, muchas veces es posible notar aún, bajo la efigie real y el escudo español, los símbolos e inscripciones sanmartinianas. La otra solución, más fácil y rápida y que sería la mencionada en el bando de Rodil, fue la de estampar una corona y la fecha directamente sobre las piezas patriotas, sin importar mucho a que lado quedaba la contramarca. Una carta del virrey José de la Serna a la corte de Madrid fechada el Cusco el 30 de junio de 1824 relata como se llevaba a cabo la operación:
"En Lima, según me avisa el Gobernador del Callao Brigadier don José Ramón Rodil, se ha habilitado un volante y ya se está sellando plata estando dedicados a aquel trabajo varios de los antiguos empleados de la Casa de Moneda de dicha capital que no salieron con el ejército." [5]
[1].- Vargas Ugarte, Rubén. Historia General del Perú. Tomo VI, Emancipación. Lima, 1971. Ed. Milla Batres. p.316. [2].- Rodil, José Ramón. Memoria del Sitio del Callao. Sevilla, 1955. p.9. [3].- Ibid p.13. [4].- Medina, J.T. Ob. cit. 1919. p. 168. [5].- Ibid. p.167. - Está trascrito el documento íntegro. |