LAS CASAS DE MONEDA ESPAÑOLAS EN AMÉRICA DEL SUR
II.- El XVII: un siglo en crisis
Estado general de la economía
La situación de la economía en el virreinato peruano a principios del siglo XVII estaba en un proceso de reajuste. Ya habían transcurrido muchas décadas desde la conquista y las Guerras Civiles y las instituciones trasladadas desde España al Nuevo Mundo se encontraban bien establecidas. Si la economía del siglo XVI estuvo esencialmente basada en la minería a la cual daba apoyo un sector poco desarrollado de agricultura, ganadería y manufacturas; en el XVII se va a notar un desarrollo acelerado de estas tres últimas actividades y el descenso de la primera.
El historiador Kenneth J. Andrien quien, se ha ocupado con amplitud de la minería en nuestro siglo XVII, dice al respecto:
"A medida que la productividad de cargas de plata fue declinando y los lazos comerciales con España se debilitaron, las inversiones de capital se dirigieron a otras empresas productivas (agricultura, ganadería y manufactura)... El siglo XVII fue un período de evolución. A cambio de una economía de conquista y pillaje basada en la minería, se pasó a otro orden económico más estable, autosuficiente y madura." [1] Las primeras décadas del siglo fueron de gran producción minera, comparable a la del siglo anterior, pero esta producción fue declinando en forma gradual a medida que avanzaba la centuria. Si en el año 1600 Potosí produjo 7'129,719 pesos de plata, en el año 1650 la producción sólo llegó a los 4'428,594.
Se considera que las causas de la caída argentífera fueron varias y de índole diferente. Algunas de estas estuvieron relacionadas al trabajo mismo de las minas con sus abusos y mala administración; a los hundimientos y aniegos causados por el apresurado y mal organizado proceso de extracción que ponía por delante la utilidad programada a la seguridad de los trabajadores; al aumento del costo del mercurio que se llevaba desde Huancavelica hasta las minas de plata para con él proceder a la separación del mineral de la roca por el sistema de amalgama; el aumento de los impuestos requeridos desde España que gravaban a los mineros y minerales al punto que hubo ocasiones en que los virreyes evitaron poner en efecto las contribuciones alzadas y fueron demorando la publicación de las órdenes o dejándolas para que las aplicase su sucesor.
Otro factor que contribuyó a reducir la producción de plata, especialmente en Potosí, fue la costumbre cada día más generalizada de aceptar los mineros a mitayos de "faltriquera", quienes en lugar de efectuar el trabajo que les correspondía por mita, pagaban al concesionario de la mina la cantidad de dinero requerida para que éste pudiera contratar un trabajador libre. Pronto los mineros vieron la conveniencia de guardarse el pago y trabajar la mina con menos mano de obra. Fueron así dejándose los socavones menos rentables y se dedicaron los empresarios mineros a vivir con los ingresos que le reportaban los mitayos de faltriquera.
La producción de mercurio en Huancavelica sufría de similares problemas, más pesados aún por las deudas que le tenía Potosí por azogue no pagado. A fin de romper el círculo vicioso que se había formado, los azogueros recurrieron al contrabando, vendiendo el producto fuera de los canales oficiales a quienes lo pagaban al contado. El mercurio, una vez contrabandeado a los asientos mineros era aprovechado por los productores de plata que podían procesar su mineral sin que las autoridades tuviesen forma de fiscalizarlos, con lo cual quedaban libres de exportarlo en los navíos ingleses, holandeses o franceses que frecuentaban las costas ávidos de intercambiar sus preciadas manufacturas por la plata perulera, o lo introducían al circuito comercial paralelo que existía en el virreinato. Este sistema de contrabando interno y externo, y la existencia del mercado paralelo era muy beneficioso para los productores y mercaderes pero significaba una reducción notable en los impuestos que debía recibir la corona.
El comercio con Castilla fue decayendo también a medida que se reducía la producción minera. El aumento de los precios de los productos españoles y de otros lugares de Europa que llegaban a América a través de mercaderes españoles, estrechaban año a año los márgenes de ganancia de los comerciantes peruanos que asistían con sus cargas de plata, también cada vez menores, a los mercados de Panamá. Se sumaba a los males económicos ya mencionados, la presencia de los ingleses en el Caribe, quienes se beneficiaban doblemente de su enfrentamiento con España ya que por una parte las guerras justificaban los actos de pillaje contra embarcaciones y puertos y de otro porque la exigencia de defender sus costas, debilitaba el poder naval español en las Antillas, lo que redundaba en la posibilidad para los ingleses de obtener bases sólidas en ese mar. De la captura de Jamaica dice Vargas Ugarte:
"En 1656, el almirante Penn, con una escuadra de doce navíos, se encaminó a Jamaica por orden de Oliverio Cromwell, y alcanzó a obtener lo que no habían logrado sir Anthony Shirley y el Coronel Jackson en dos expediciones sucesivas. Adueñándose de la isla, ésta se convirtió en el arsenal y base de aprovisionamiento de los buques ingleses que merodeaban por el Caribe, pues distando solo doscientas leguas de los puertos de México, Nueva Granada o Tierra Firme, les era posible asaltar a los galeones y flotas, sea en el viaje de arribada o en el tornaviaje." [2]
Los problemas del comercio externo generaron una escasez de productos europeos en el virreinato, los cuales en parte eran satisfechos por el contrabando, pero también devinieron en su reemplazo por productos locales. En el ramo textil, la doctora Miriam Salas considera que este reemplazo fue posible gracias al ímpetu que tuvieron los nuevos dueños de obrajes a partir de 1640 y que eso permitió estar preparados en el momento oportuno en que se hizo patente la demanda, pudiendo así responder a ella "no con toscos tejidos de sayales, cordellates y jergas que acostumbraban producir en el siglo XVI y a principios del XVII, sino con bayetas y pañetes de las más variadas tonalidades." [3]
Los fraudes cometidos en la ceca potosina que se hicieron presentes desde muy temprano en el siglo, como veremos más adelante, tuvieron graves consecuencias para la economía virreinal y peninsular, con repercusiones en todos los rincones de América y Europa. Aunque el punto culminante del fraude se alcanza en 1648, los efectos se sentirían por casi dos décadas más.
La reducción del pago de tributos a la Real Hacienda se hizo notoria a partir de la tercera década del siglo cuando los retrasos en el cumplimiento fiscal se fueron haciendo mayores. Era notorio que el virreinato necesitaba una nueva "Reducción General", ya que la efectuada por el virrey Toledo en el siglo anterior no se adecuaba a la situación peruana que en población y producción había sufrido una caída, pero era también claro para las autoridades que una nueva reducción de los indios implicaba una descompensación en la forma en que se aplicaba la mita, fuese real o de faltriquera, por lo cual:
"La actitud entre 1650-60 fue la de no hacer nada en vista de que si se hiciera reducción, a falta de indios, la mita de Potosí se extinguiría y con ella los ingresos del fisco." [4]
España, preocupada como estaba de su crisis externa e interna, aunque informada de la urgencia que había de efectuar la "Reducción General" en el Perú, no se decidió a actuar. Por su parte el "Consejo de Indias cerró los ojos ante la realidad, preocupado como estaba por el estado de las remesas de los tesoros de indias." [5]
La creación de la Junta de Comercio en España en 1679, que se desarrollo realmente en la década siguiente, fue más que un apoyo al comercio una institución dirigida a promover la industria nacional de la Metrópoli. Este paso, con todas las dificultades que tuvo que afrontar, fue básico para el renacimiento económico de la península que lograron los Borbones en el siglo siguiente. A España se llevaron técnicos italianos, franceses, flamencos e ingleses para desarrollar la industria, especialmente la textil, pero también de vidrio y hasta la de abanicos. [6] Este momento de desarrollo, recién expuesto, está vinculado al ordenamiento monetario que se dio en la España de Carlos II, y que representa uno de los hitos iniciales en la recuperación económica del reino.
En el Perú, la reapertura de la ceca limeña en el año 1684, significó un importante alivio a la economía interna que había venido sufriendo por largos años la constante escasez de circulante a causa de la siempre insuficiente acuñación de la casa de moneda de Potosí. El comercio con España, sin embargo, seguiría restringido por haberse hecho cada vez mas infrecuentes las flotas, lo cual a su vez, "favoreció durante estos años la intensificación a gran escala del comercio interregional y también el sistema de contrabando." [7]
[1].- Andrien, Kenneth J. Crisis and Decline. The Viceroyalty of Perú in the Seventeen Century. University of new Mexico Press, Albuquerque, 1985. p.11 (traducción del autor). [2].- Vargas Ugarte, Rubén. Historia General del Perú . Lima, 1971. Tomo III. p.283. [3].- Salas de Coloma, Miriam. "Crisis en desfase en el centro sur este del Virreinato peruano: Minería y manufactura textil. en: Las Crisis Económicas en la Historia del Perú. Heraclio Bonilla (editor) 2sa. Edic. Lima, 1986. p.139. [4].- Glave, Luis Miguel. El virreinato peruano y la llamada "crisis General" del siglo XVII. En: Las Crisis económicas en la historia del Perú. Heraclio Bonilla (editor) 2da edic. Lima 1986. p.101. [5].- Ibid. p.103. [6].- Kamen, Henry. La España de Carlos II . Editorial Crítica. Barcelona 1981. p.122. [7].- Salas de Coloma, Miriam. Ob. cit. - indica además la autora que "desde los últimos días del siglo XVII la ausencia de flotas era cada vez más prolongada, agravándose la situación durante las dos primeras décadas del siglo XVIII, en que solamente llegó una flota en 1708."
|